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Crítica:FERIA DE SAN SEBASTIÁN | LA LIDIA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Los toros según Schopenhauer

Parece oportuno que la corrida de ayer esté gestada en página bajo la atenta mirada de Pablo Hermoso de Mendoza. Hay razones para ello. En primer lugar, el rejoneador iba en los carteles alternando con Enrique Ponce, que es quien lleva mandando en el escalafón la última década. Finito de Córdoba acudía de telonero. Si se me permite la licencia, diría que Borges hubiera calificado la posición de Finito como "puro italianaje mirón". Pues bien, lesionado Ponce ponen en sustitución suya al joven Eduardo Gallo, que tomó la alternativa tres días antes.

El propio Hermoso de Mendoza abre el festejo. Cortó una oreja, pero sabe que es un regalo del presidente por ser quien es él. Su actuación, siendo aceptable, seguro que no le entusiasmó demasiado al caballista, pues dejó en la arena varias pasadas en falso, con el agravante de no matarlo por arriba... Sale el segundo de la corrida. El toro es un inválido y descastado. Finito no da un solo pase. El siguiente toro es igualmente inválido y descastado como el anterior. Eduardo Gallo tampoco suministra un solo pase. Sin duda no era el momento idóneo para que Hermoso de Mendoza acometiera el trabajo de lidiar al cuarto de la corrida, segundo suyo. No obstante, admitamos que se dijera a sí mismo que había que levantar la tarde. Por ese motivo saca a su caballo Campogrande y en el ruedo empiezan a pasar las mejores cosas. Caballo que vuela no necesita espuela...

Lorenzo-Tabernero / Hermoso, Finito, Gallo

Dos toros de Carmen Lorenzo, despuntados para rejones, sin demasiado relieve. Cuatro toros de Javier Pérez Tabernero, desiguales de presentación, poca fuerza, descastados 1º y 2º, dócil y cojo el 5º, bueno el 6º. Pablo Hermoso de Mendoza: rejón trasero (oreja); rejón trasero, pinchazos, rejón desprendido y dos descabellos (ovación). Finito de Córdoba: tres pinchazos y casi entera (silencio); -aviso-, cuatro pinchazos y dos descabellos (silencio). Eduardo Gallo: pinchazo hondo tendido (silencio); dos pinchazos y estocada (ovación). Plaza de Illumbe, 12 de agosto, 5ª de feria. Lleno.

Las ancas de Campogrande torean. Es como si esas ancas fueran esclavinas de capote. Clava banderillas de manera apoteósica... Pero tiene que cambiar de caballo. Sale Chicuelo, y ya no es lo mismo. Las cabriolas o piruetas las hace muy lejos del toro. Y encima mata mal. Algo le pasó ayer al rejoneador. ¿El que no estuviera Ponce influyó en su ánimo? ¿Le faltó la motivación necesaria a la hora de actuar? Quizá la respuesta la dio hace muchos años Schopenhauer cuando vaticinó que la motivación es la cualidad vista por dentro. Después de matar su toro salieron dos más. El quinto, cojo, acabó embistiendo con docilidad. Finito dejó algunos derechazos templados cuando pudo haberle suministrado más y mejores. Al sexto de la corrida, el mejor toro, Eduardo Gallo tuvo la ocasión de haberle cortado las orejas. Era un toro para haberse enfrascado con él, mostrarle el medio pecho, tirar la pata p'alante y cargar la suerte vaciando al toro hasta el final. A ese toro debió ofrecerle sentimiento, que al parecer lo dejó en el hotel. Porque es de suponer que todos los toreros llevan en el hondón de su más profundo interior la mayor capacidad de sentimiento imaginable.

Al margen de la mirada de Hermoso de Mendoza, hay que decir que Finito lleva muchos años vistiéndose cada tarde de sonambulista. No es imposible imaginar que cuando el mozo de espadas de Finito guarda los vestidos de torear, esos vestidos acaben "llorando a canales" de tanto hastío y falta de entrega que soportan las lucecitas de oro de que constan los trajes de torero.

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