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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Fernanda Sánchez-Guisande, viuda de Torrente Ballester

Juan Cruz

María Fernanda Sánchez-Guisande Caamaño y Gonzalo Torrente Ballester se conocieron en 1959 cuando ella invitó al escritor, viudo desde 1958, a una de las revistas orales que organizaba el Colegio Mayor de La Almudena, en Madrid. Después el novelista la invitó a cenar y le pidió al menos tres veces que lo acompañara al teatro; él era entonces crítico teatral. Y ella supo que Torrente también invitaba a veces a una figura muy notoria del periodismo de entonces... Cuando percibió que a ella la había invitado en más ocasiones descubrió que el autor de Javier Mariño iba con intenciones muy serias. Se casaron en 1960 y tuvieron siete hijos. Torrente había enviudado de Josefina Malvado, con la que había tenido otros cuatro hijos.

Fernanda Sánchez-Guisande, que falleció anteayer en Salamanca, donde vivió muchos años con Torrente, había nacido en Ordes (A Coruña) en 1928; estudió Filosofía y Letras y al final de la vida del novelista, cuando ya éste era incapaz de escribir por sí mismo sus textos, fue su mecanógrafa y su correctora, además de haber sido siempre, desde aquel encuentro en el Colegio Mayor, su compañera y su primera lectora. Cuando se hablaba de las mujeres que hay siempre detrás de los grandes hombres, ella exclamaba: "¿Cómo que detrás? ¡Al lado!". Y a su lado estuvo siempre, con una discreción extraordinaria y con una capacidad de organización y de trabajo que ha prolongado desde la muerte del escritor, en enero de 1999, en la fundación que lleva el nombre de Torrente y que en Santiago de Compostela abrieron el año pasado los Reyes.

Al menos cinco libros le dictó Torrente: La muerte del decano, Crónica del rey pasmado, La oda de Juan Recalde, La novela de Pepe Ansúrez, además de un cuento infantil, Doménica, que se publicó póstumamente. A veces ella era la parte de la pareja que explicaba el humor íntimo y sarcástico con el que Torrente huía de toda solemnidad. Y era también su memoria. Era una mujer muy especial, cuya sonrisa era tan decisiva como su laboriosidad en una familia de muchos hijos, a los que durante años el autor de Los gozos y las sombras tuvo que sacar adelante con el sueldo de un catedrático... Cuando ganó el Planeta dedicó parte del dinero a comprar el piano con el que se hizo músico su hijo Álvaro, y cuando ganó el Cervantes se ayudó a sí mismo a pagar la casa en la que la propia Fernanda vivió hasta anteayer... Hoy será enterrada Fernanda en el cementerio de Serantes, cerca de Ferrol, al lado de quien fue su marido.-

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