El barrio español

Cuando los Juegos concluyan, la Villa Olímpica será ocupada por funcionarios griegos que habrán comprado sus casas a precio protegido para convertir el lugar en una pequeña ciudad dormitorio de clase media. Por el momento, es un barrio artificioso poblado sólo por jóvenes musculosos, fuertes ellas y ellos y a veces más ellas que ellos. Los habitantes de la Villa son un número cerrado: 10.000 deportistas y 5.000 técnicos y empleados de federaciones y comités. En su interior los barrios se dividen según las nacionalidades. El español, con sus 500 habitantes, consta de 58 apartamentos. Sus 330 atletas -187 hombres y 143 mujeres- son el centro de una delegación tan grande como la de la propia Grecia, la anfitriona. Por número, la expedición española es la quinta o la sexta, tan sólo superada claramente por potencias tales como Estados Unidos, Rusia y China.

Organizar el traslado de un barrio entero de atletas no es tarea poco compleja. Desde hace dos años, el jefe de la misión española, Joaquín Abulla, ha sido el encargado de coordinar todos los aspectos logísticos. Desde las acreditaciones de los 500 miembros hasta los calcetines que se pondrán, los antibióticos que tomarán o el relajante muscular que conviene a cada uno. "Cada cual trae dos equipamientos de trabajo", explica Abulla; "el chándal de entrenamiento y el que llamamos de medalla, que se usa para competir. Además, trae dos uniformes más: uno de tiempo libre y otro para desfilar y que se usa en la ceremonia inaugural. En total, el ajuar de la delegación se compone de 350 piezas distintas. Es decir: la camiseta de un chico que juega al hockey no es la misma que la del arquero".

El asunto de las prendas es tan global y poliédrico como el COI. Explica Abulla que John Smith es la marca de ropa que patrocina a la selección, pero no es el fabricante exclusivo de la vestimenta de los atletas. "El COE ha dado la oportunidad a las federaciones para que elijan su ropa de competición, para que respeten a los patrocinadores propios", dice el jefe de expedición; "por lo tanto, los atletas competirán con Reebock, pero bajo un diseño general impuesto por John Smith a base de rojos y blancos con una línea que señala ESP y que no son cuatro palotes. Queríamos dar idea de uniformidad".

Como cada organismo es distinto, la uniformidad que rige por fuera se convierte en variedad farmacológica en el cajón del doctor Silvio Rubio, el principal responsable médico de la delegación del COE. "No podemos traer 60 cajas del mismo analgésico porque a unos atletas les va mejor uno y a otros otro", dice Rubio; "así es que traemos 20 de uno, 20 de otro y 20 de otro". En total, el médico del equipo español clasifica 13 clases de medicamentos en su carga: Los antibióticos y antinflamatorios; los medicamentos cardiovasculares, antihipertensivos o antiarrítmicos; los que afectan al sistema nervioso, como los antidepresivos; los dermatológicos, para infecciones de la piel; los medicamentos de nariz garganta y oído; los intestinales, para frenar los vómitos y antidiarreicos; los corticoides; los que aumentan las defensas; los del aparato músculo-esquelético, que son de los que más se usan, como los analgésicos y los relajantes musculares; los vitamínicos; los oftalmológicos, para las infecciones de ojo; los de la tos y el aparato respiratorio, y los que se incluyen en una miscelánea por poco frecuentes".

Si las 60 cajas de analgésicos se agotan, no hay problema. "Hago una receta", apunta Rubio; "y el atleta solicita el medicamento a la policlínica de la Villa, que está muy bien surtida. La organización lo cubre".

En la policlínica de la Villa los atletas encontrarán médicos especialistas en todo: traumatología, ojos o garganta. Y, si los remedios materiales se juzgan insuficientes, la Villa cuenta con lo que Abulla llama "centro de recogimiento". En este lugar los atletas de hasta ocho ritos [católico, protestante, cristiano ortodoxo, musulmán, hindú, budista...] podrán buscar la medicina espiritual.

Todo en la Villa que ocupa España es muy satisfactorio. Pero su aparente aspecto de barrio tranquilo es ilusorio. Limita al Este con la base aérea de Tatoi, donde se emplazan algunas instalaciones de entrenamiento de atletas. En la cabecera de la pista, a unos 300 metros de los apartamentos, se forman los cazas y se emplazan tres gigantescas baterías de misiles Patriot. La base de Tatoi es uno de los tres emplazamientos de estos misiles tierra-aire que el ejército griego ha colocado con la colaboración del fabricante, Estados Unidos, con el fin de prevenirse ante posibles ataques terroristas.