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Crítica:FERIA DE SAN SEBASTIÁN | LA LIDIA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

César Rincón da clases al toricantano

Una alternativa, donde el toricantano sabe de antemano que su toro está tullido, no posee entidad ni carácter algunos. Para que sea algo recordable qué menos que imaginarnos el parlamento del padrino, César Rincón, como al modo de lo que Juan Belmonte advirtió famosamente: "El torero sólo cuando está hondamente emocionado -cuando sale a la plaza con un nudo en la garganta- es capaz de transmitir al público su honda emoción". Pero eso no es sino una entelequia que roza con la hilacha de lo imposible. De la faena al tullido solamente hay que registrar dos muletazos serios. El resto entró en la calificación de un montonazo de pases sin valor. En su segundo demostró que está muy verde. Apuntó detalles con el capote por faroles, tanto de rodillas como de pie, y poco más, salvo algún muletazo fino y un templado y lento ayudado por alto. Por lo demás, exhibió un exceso de frialdad y una carencia de hondura toreras.

Torero / Rincón, Juli, Gallo

Toros de El Torero, poca fuerza, bien armados en general, manejables, devuelto el 3º por tullido. César Rincón: pinchazo -aviso-, estocada delantera (vuelta); estocada caída (oreja). El Juli: Casi entera (ovación); estocada trasera, tres descabellos (algunos pitos). Eduardo Gallo, que tomó la alternativa: estocada desprendida (oreja); estocada desprendida (oreja). Plaza de Illumbe, 9 de agosto, 2ª de feria. Casi lleno.

¿Les parece bien recordar que entre caídas completas y genuflexiones se llegó a la cifra de 17 veces?

Con esos números, que ponen al descubierto una asombrosa falta de fuerza, empaña en cierta manera la actuación magistral que impartió toda la tarde el colombiano César Rincón. Depositó sobre la arena de Illumbe una bella antología de hondura, de largeza y templanza. De algunos ceñidos muletazos surgieron rosas masculinas. Dictó lecciones de distancia y del atesoramiento de los tiempos que deben registrarse en las faenas. En determinados momentos su toreo fue denso, profundo, como está dicho, y hasta en ciertos destellos demasiado humano, para decirlo en la voz de Nietzsche. Por tanto, el protagonista de ayer se llamó César Rincón.

El Juli, más que en la plaza parecía estar metido en una habitación oscura sin porvenir alguno. Quizá por algún lugar de su psique debería venir en su ayuda aquel niño que fue una vez. A la hora de torear ayer se puso unas zapatillas vacías, así que muleteaba como si estuviera pisando charcos.

Finalmente, al toricantano debería alguien decirle que ningún torero sirve de nada hasta que no se haya atrevido a todo. De momento, ayer tuvo la oportunidad de aprender en vivo la torería que demostró César Rincón, un maestro colombiano.

Eduardo Gallo toma la alternativa en presencia de Rincón y El Juli.
Eduardo Gallo toma la alternativa en presencia de Rincón y El Juli.JESÚS URIARTE

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