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Crítica:FERIA DE VITORIA | LIDIA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

¿Toda la culpa la tuvo el viento?

El viento en los toros siempre crea problemas. Y ayer el viento copó la mayor parte del festejo. Si bien el viento hizo aparición en todos los toros, sin embargo dio impresión que para César Jiménez se reservó una migaja de descanso. Y el diestro a fe que lo agradeció, gestionando una actuación seria con el percal y la franela, aunque no así con los aceros. Dejó para otra ocasión su particular estética mentirosa, y se dedicó a torear con cabal fundamento. En su primero merecen destacarse algunos ligados derechazos y dos series de naturales largos. Su mejor hacer se reflejó en su segundo, al que lanceó con lentitud y rubricó con el capote un quite por delantales. A destacar en la faena los pases por alto de rodillas en su inicio y, sobre todo, las series con la derecha, llenas de templanza y una tanda de naturales desmayados. Remató la labor con un afarolado y adornos rodilla en tierra.

Romero / Jiménez, Vega, Manzanares

Toros de Ana Romero, desiguales de presentación y juego, poca fuerza; manso el 2º. César Jiménez: -aviso-, dos pinchazos, estocada caída y cuatro descabellos (silencio); pinchazo y estocada caída -aviso- (oreja). Salvador Vega (que sustituía a Enrique Ponce): siete pinchazos -aviso-, tres pinchazos y dos descabellos (silencio); pinchazo y estocada caída (silencio). José María Manzanares: dos pinchazos, estocada delantera -aviso- (silencio); casi entera delantera y descabello (silencio). Plaza de Vitoria, 7 de agosto. Tercera de feria. Un cuarto de entrada.

Salvador Vega luchó contra el viento, contra un toro manso y, en especial, contra su propia impericia. Puso de relieve en ese su primer toro una ineptitud preocupante a la hora de matar. Se mostró lleno de pavor. Parecía un espectro cambiando estoques por ver si una de esas espadas mataba al toro sin el concurso del propio diestro. En su segundo la cosecha no fue esplendente que digamos. ¿Quizá la culpa hay que echársela al viento? ¿Quién sabe?

José María Manzanares aportó pocas cosas. En su primero apenas el viento le dejó apuntar febles bocetos de pases, en tanto en su segundo fue desbordado por el genio y movilidad del toro.

Lo más contundente de la corrida hay que atribuírselo a dos banderilleros: El Chano (cuarto de la tarde) y Juan José Trujillo (quinto). Estuvieron soberbios con los rehiletes. Se matiza que si bien Trujillo salió apurado de sus pares, El Chano, como siempre, una vez prendido el par, las salidas las culminaba en una belleza solvente excepcional. ¡Vivan los toreros de plata!

César Jiménez, en un momento de la corrida de ayer.
César Jiménez, en un momento de la corrida de ayer.EFE

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