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Palabras. net
Columna
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Pequeña reivindicación del buen egoísmo

Quién escribía estas respuestas que mostraba el ordenador? Nadie podía escribir una réplica tan inmediata ¿Cómo se generaban entonces? Era evidente que la respuesta a cada ingreso estaba ya determinada. Posiblemente una serie de palabras "clave" pre-elegidas por alguien, enganchaban con otros tantos textos seleccionados con anterioridad para cada tema. Era, sin lugar a dudas, una buena idea.

Se dijo que debía pasarle el dato a sus compañeros todavía más adictos que ella a la computación... Y después pensó: "todavía no".

Quizá por eso en la página de palabrasalacarta.com esa tarde escribió:

EGOÍSMO.

Si intentáramos definir el egoísmo en sentido estricto deberíamos hacerlo como el amor liso y llano por uno mismo. Aun diferenciando la palabra de sus parientes lejanos, la egolatría y el egocentrismo, una pregunta aparece en nuestra mente. ¿No es malo eso?

No hay amor que no empiece en el amor que uno se tiene y, por lo tanto, quien dice que quiere mucho a los demás y poco a sí mismo, miente

La creencia popular responde que el problema del egoísta no está en que se quiera, sino en lo desmedido de ese amor, y sigue: "Si uno se quiere demasiado a sí mismo no tiene espacio para querer a los otros".

Todos podemos darnos cuenta de que no es bueno para nadie individualmente ni para la humanidad que cada uno se quede centrado en sí, mirándose el ombligo; sabemos que el ser humano es un ser social y entendemos por qué el egoísmo visto así es una cosa tan mal calificada.

Faltaría saber si es cierto que por quererse mucho uno se queda sin espacio para querer a los demás. Ésta es una idea tan graciosa como falsa, que parte de creer que existe una capacidad de amar limitada. Es como decir que si uno tiene 11,28 unidades internacionales de amor, y las usa todas en si mismo no le queda nada de amor para los demás (??). Pregunto: cuando uno ya tiene un hijo y luego tiene otro, ¿debe dejar de querer al primero para empezar a querer al más chico? ¿De dónde se saca más capacidad de amar a los nuevos amigos? Si quiero mucho a mi esposa, ¿significa esto que no podré querer a ninguna otra persona en el universo mientras la siga queriendo a ella?

Afortunadamente la verdad es otra. Nuestra capacidad de amar no es matemática ni limitada.

Es falso que alguien "no quiera a los demás" porque se quiere mucho a sí mismo.

Puede ser cierto que exista alguna persona que no quiera a nadie, pero su motivo no está en su demasiado amor por sí mismo. Será un antisocial, un negado o un resentido, pero eso no es ser egoísta.

Se habla mucho del peligro de caer en el egoísmo y poco del peligro de hacerle creer, a los niños sobre todo, que quererse a sí mismos es malo.

Cuanto más cuando es justamente al contrario.

La psicología demuestra que el amor por el otro proviene y se nutre de la propia capacidad de amar, que comienza con la capacidad de amarse a sí mismo.

No hay amor que no empiece en el amor que uno se tiene y, por lo tanto, quien dice que quiere mucho a los demás y poco a sí mismo, miente.

En todo caso, habrá diferentes maneras de ser egoístas, y dependerán de quién soy y no de cuánto me quiero. Habrá un egoísmo bueno y sano, que es el que sienten aquellos de corazón bueno y sano. Y habrá un egoísmo enfermo, el que sienten los mezquinos, los envidiosos, los canallas, los miserables, los psicópatas incapaces de conectarse con el amor al prójimo.

Piense. Cuando alguien le llama egoísta, ¿que le dice?

Le dice (aunque no lo diga): ¡No pienses en ti... piensa en mí!

¿Quién es, en todo caso, el egoísta?

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