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VISTO / OÍDO
Columna
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Contra el pacto

Un pacto es el que firma el partido del poder con la oposición para que cierto tema se trate igual sea quien sea quien gobierne. Hace pensamiento único. Son temas frente a los cuales se está por lógica, necesidad y urgencia: odiamos el terrorismo -si sabemos lo que es-, y las leyes lo castigan. No hace falta pacto. El pacto contra el terrorismo internacional que quiere hacer el partido socialista no es necesario. El que tiene el poder entre los pactantes crea leyes, plantea restricciones de las libertades o extiende el concepto de forma que la "causa nacional" es suya; como hemos visto, el PP inflexible, apoyado en su posesión de la verdad absoluta, ha acusado de romper el pacto a quienes no estaban de acuerdo con unas medidas o proponían otras. La deriva de ese pacto, y hasta la exaltación de gentes tenidas por responsables, induce a creer que todos los terrorismos son iguales, acusa de violarlo a quien no coincide: violarlo termina por ser una colaboración con el objeto malo del pacto, y por lo tanto grave delincuencia.

El terrorismo por definición es la utilización de una mínima fuerza frente a un enemigo poderoso matando a su población civil o atentando contra personas populares o famosas: todos podemos ser víctimas del terrorismo y muchos tratamos de forzar a nuestros poderes a que, si no pueden destruirlo, pacten con él. En estos años los poderes han creado una defensa especial: se suman al terrorismo. Aumentan su explosión psicológica, multiplican el miedo y crean un estado donde la seguridad prima sobre la libertad y donde el enemigo invisible es cualquiera. Bush el domingo, rodeado de sus picudos halcones, aumentaba el valor de una amenaza antigua para explicar que su método de guerras, torturas, Guantánamos varios, y de hacer a todos espías de todos, es valioso. Aznar aumentó el enemigo real a todas las instituciones políticas vascas, a la autonomía, al partido derechista y católico PNV. En Vietnam las sucesivas políticas americanas ampliaron el daño a toda la península indochina, la atacaron y perdieron la guerra, como Aznar las elecciones y Bush perderá la guerra y su reelección.

Lo que caracteriza a los partidos es su diferencia al enjuiciar y atajar los problemas. Aznar fracasó, y le echamos por no tener escrúpulos; esperamos a Zapatero. Si pactan, sin Parlamento, no los necesitamos. Será un partido único. Y el PP no ofrece garantías morales.

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