Ronaldinho deslumbra
El brasileño se exhibe y Giuly y Larsson dan sus primeros tantos al Barça
El Barça ya puede abrir una sucursal en Tokio. El partido disputado en el estadio Nacional, ante 55.000 espectadores entregados desde hace semanas a la causa azulgrana, le da crédito suficiente para tener plaza fija en la ciudad. Tal como funcionan las pasiones futbolísticas en este país, que nacen como setas en cuestión de horas, los cinco goles que los de Frank Rijkaard endosaron a los muchachos del Kashima Antlers van a servir para que especialmente Giuly, que marcó por dos veces, y Larsson sean aclamados a partir de ahora y se vendan mejor sus camisetas. Ronaldinho, por supuesto, es otra historia: el brasileño ya tenía en todo Japón una colonia de fieles adeptos, pero el partido que hilvanó, con algunas apariciones de figura, con cuentagotas, y una presencia latente y magnánima durante los 90 minutos van a engrandecer todavía más su leyenda. En el último tramo del encuentro, sin ir más lejos, su entrega era tal que en la grada se presentía todo el tiempo un gol de su marca y patente, pero cuando tuvo la oportunidad más clara, después de recibir un pase de Luis García y adentrarse en el área, cedió un balón tan claro al joven Messi que era como decirle: "Toma, hazlo tú".
KASHIMA ANTLERS 0 - BARCELONA 5
Kashima Antlers: Ozawa (Sugiyama, m. 60); Narahashi, Kanero (Iwamasa, m. 46), Oiwa, Araiba; Honda (Uchida, m. 46), Fernando, Masuda, Nozawa y Hirase Fukai (Nakashima, m. 46).
Barcelona: Rüstü; Belletti, Márquez, Puyol (Oleguer, m. 46), Navarro (Sylvinho, m. 60); Gabri (Xavi, m. 46), Gerard, Van Brockhorst (Iniesta, m. 46); Giuly (Luis García, m. 46) Ronaldinho y Larsson (Messi, m. 75).
Goles: 0-1. M. 17. Giuly, de tiro raso. 0-2. M. 28. Giuly, a pase de Ronaldinho. 0-3. Larsson, de cabeza. 0-4. Jugada de Ronaldinho que concluye Luis García. 0-5. Messi, de tiro cruzado.
Árbitro: Matsumara.
55.000 espectadores en el Estadio Nacional.
El público ovacionó ese detalle con la misma energía con la que coreaba cada intervención del jugador. Un control, un lanzamiento de esquina, un pase largo o una simple falta provocaban una lluvia de flashes. El ambiente festivo que se vivía en los dos bandos, pues los seguidores del Kashima Antlers también eran legión, facilitó que se viera un buen partido. Desde el principio quedó claro que los japoneses no serían un rival complicado para el Barça. Los marcajes eran casi clandestinos, y si no que se lo pregunten al feliz Giuly, y el encuentro apenas tuvo interrupciones por faltas. Los clubes de jazz japoneses han hecho suya la bossa nova brasileña y el equipo que entrena Toninho Cerezo gusta de tocar el balón y combinar. Sin embargo, cinco de sus jugadores están disputando la Copa de Asia con la selección nipona y les faltó una referencia clara en el ataque.
Situado en esta tesitura, el Barça empezó jugando a trompicones. Gerard actuó por delante de la zaga, emulando a Cocu, y Van Brockhorst siguió reflejándose en el espejo de Davids, pero el balón no circulaba con nitidez en los pies de los azulgrana. Lo mejor de la primera parte fueron los goles de Giuly, un buen rematador, y Larsson, que no desperdicia ni un solo balón.
Los cambios que Rikjaard hizo en la segunda aliñaron el partido. Xavi entró en el medio del campo por Gabri y el balón circuló mejor. Sin imponer nunca un dominio avasallador -los japoneses también tuvieron sus ocasiones-, el Barça se acomodó y a partir de ese momento empezó a divertir enseñando. O a enseñar divirtiendo. Se marcaron dos goles más -uno de Luis García y otro apuntado a Messi-, pero Ronaldinho fue el maestro. A estas horas, en un taller ilegal en las afueras de Tokio, algún japonés con vista debe de estar ya imprimiendo más camisetas de Ronaldinho, Larsson y Giuly. Y sin faltas de ortografía.
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