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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Fetiches literarios

Cualquier turista que el pasado Sant Jordi deambulara por los tenderetes de libros donde los autores firmaban sus obras muy bien podía llegar a la conclusión de que no hay pueblo más afecto que el nuestro a los fetiches literarios. Y, en efecto, no debe de haber sobre la faz de la tierra un país donde se firmen más libros. Lo de leer ya es otra cuestión, pero hacer cola para que nos echen una firma es algo que nos gusta a todos. Para empezar, nos permite tocar al famoso o, por lo menos, respirar el mismo aire que la celebridad en cuestión, a ver si así se nos pega la fama, que como todo el mundo sabe es contagiosa. Encima, muchos acariciamos la esperanza de que algún día esas joyas firmadas coticen en el mercado y nos saquen del arroyo.

En las librerías de viejo las primeras ediciones de libros publicados en el siglo XX rara vez alcanzan precios desorbitados

Con ánimo de descubrir cuán rica me haré cuando empiece a vender los libros que famosísimos autores me han dedicado a lo largo y ancho de mi vida, emprendo la ruta de las librerías de viejo. Xavier Lloveras, poeta y ex editor, es el actual responsable de Llibres del mirall (www.llibresdelmirall.com). Cualquier persona consciente de la brevedad de la existencia preferiría no tener que buscar algún libro entre los 10.000 ejemplares que se apilan en alegre y caótico revoltijo en su sede de la plaza del Duc de Medinaceli, pero él asegura que es capaz de encontrar lo que busca. Lloveras, en cuyo catálogo se ven pocos libros dedicados, vive sobre todo de la venta de primeras ediciones de libros publicados en el siglo XX, ejemplares que rara vez alcanzan precios desorbitados. Para que se hagan una idea, el catálogo ofrece desde una segunda edición de La realidad y el deseo, de Luis Cernuda, sin firma (900 euros), hasta una primera edición (en adelante, p. ed.) de la traducción anotada de Julio Cortázar de las Obras en prosa de Poe (400 euros), pasando por una p. ed. de Usuras y figuraciones, de Carlos Barral, con dedicatoria del autor (80 euros) o una p. ed. de Los convidados de Piedra, de Jorge Edwards, con dedicatoria del autor a Gil de Biedma (100 euros). Me congratula asimismo descubrir que una p. ed. de La asesina ilustrada, de Enrique Vila-Matas, ya anda por los 70 euros, pues una amiga acaba de regalarme su ejemplar, sin sospechar que algún día será una gran joya por la que bibliófilos exquisitamente desesperados me ofrecerán una pasta.

De todos modos, Lloveras, que me informa de la existencia de iberlibro.com, una gran superficie virtual que reúne a la mayor parte de las librerías de viejo, me desengaña con respecto al mercado catalán de autógrafos y manuscritos. "El otro día Andrés Trapiello dijo, emocionadísimo, que acababa de encontrar unas cartas de Unamuno en el Rastro. Aquí, eso nos importa un rábano. Los que realmente se vuelven locos por ese tipo de cosas son los anglosajones".

Albert Luque y Carles Claveria, responsables de Els Llibres del Tirant (www.elsllibresdeltirant.com) coinciden con la opinión de Lloveras sobre la superioridad neta del fetichismo literario inglés. "No hay punto de comparación", afirma Claveria, que fue quien hace unos años, cuando estaba en Subhastes de Barcelona, vendió un documento con un garabato de Cervantes por 66.000 euros. "En el mercado anglosajón, las cifras se disparan, porque siempre hay gente dispuesta a pagar un dineral por ciertos libros. Un ejemplar de la segunda edición inglesa de Alicia en el país de las maravillas alcanzó los 3 millones de euros mientras que el rollo en que Kerouac escribió la mítica On the road se vendió por un millón de euros. Y por una primera edición de El Hobbit se pagaron 60.000 euros. Incluso una primera edición de un Pérez Reverte en inglés vale más que su homólogo en castellano".

Los dos libreros me miran de forma rara cuando les digo, henchida de fe, que sin duda nuestras instituciones se vuelven locas por los manuscritos de los autores de aquí, y cuentan el edificante caso de la subasta de una copia manuscrita de las memorias de Josep Maria de Sagarra. "Se vendió por 13.000 euros en una subasta en Madrid. Lo compró un particular, porque a la Biblioteca de Cataluña no le alcanzó el presupuesto. Tiempo después, la biblioteca compraba el manuscrito a ese mismo particular por 26.000 de pesetas". Luque sostiene que en Cataluña se dio un gran fervor bibliófilo después de la guerra, porque la gente que ganaba pelas con el estraperlo invertía en ediciones de lujo, lo que llegó a ser una forma de mecenazgo encubierta.

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También los responsables de Soler y Llach, Subastas Internacionales (www.soleryllach.com), me desengañan con respecto al valor que una firma añade a un libro, a menos que en lugar de la típica dedicatoria, el autor haya hecho un dibujo.

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