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Entrevista:ARTUR MAS I GAVARRÓ | Secretario general de Convergència Democràtica de Catalunya

"CiU no boicoteará nada en la negociación del nuevo Estatuto"

Artur Mas (Barcelona, 1956) se convirtió en el líder de Convergència Democràtica (CDC) en el 13º congreso de principios de julio, un congreso que significó la renovación de la mayoría de dirigentes, agrupados en una nueva organización, con el objetivo de poder recuperar el Gobierno catalán en 2007. Como jefe de la oposición en el Parlament, Mas quiere hacer valer los escaños de CiU para redactar un Estatuto ambicioso y precisa que su actitud será negociadora. "CiU no va a boicotear nada", afirma.

Pregunta. En los 23 años de gobierno de Jordi Pujol, ¿cuántas senyeres vio en La Moncloa?

Respuesta. No lo recuerdo, pero en principio ninguna.

P. Alguna cosa ha cambiado.

R. Evidentemente y lo celebro. Al menos desde el punto de vista de los gestos, que siempre es un primer paso. Pero no debemos quedarnos aquí porque lo peligroso sería que sólo nos dieran golpecitos en la espalda.

El PSC desdibuja las aspiraciones en autogobierno para ponérselo fácil al PSOE
Se puede decir sí a Europa y dudar de la Constitución. Lo contrario es maniqueo

P. La entrevista entre Maragall y Zapatero, según usted, dio resultados poco fructíferos.

R. Puede hacerse un balance moderadamente positivo. Hay resultados que aplaudimos como el traslado a Barcelona de la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones o la Conferencia Euromediterránea en 2005. Pero faltaron los grandes temas de país como el nuevo Estatuto o la reforma de la financiación. Es decir, si el presidente del Gobierno mantiene su promesa de asumir el Estatuto que apruebe el Parlament o si los socialistas quieren dar un paso adelante y decidido en el tema de la financiación, en el que no se avanza lo suficiente.

P. En infraestructuras hubo un compromiso.

R. Sólo buenas palabras. No debemos conformarnos en coparticipar con el Estado en la gestión de las insfraestructuras, sino asumirla plenamente. Podemos correr el riesgo de acabar siendo unos segundones, unos convidados de piedra y ellos, cortando el bacalao. Debemos ir a un modelo como el portuario conseguido por CiU. Porque al final nos pueden decir que ya estamos dentro, pero sin estarlo del todo.

P. La estrategia del peix al cove ha pasado a mejor vida.

R. He apoyado esta estrategia durante 20 años porque ha dado muy buenos resultados. Mejores cuando no había mayorías absolutas en Madrid. Pero hemos cubierto una etapa y, en estos momentos, una mayoría de partidos en Cataluña apuesta por un nuevo marco de autogobierno, el Estatuto, y por primera vez un presidente del Gobierno español se compromete a asumirlo. Ahora se dan las circunstancias para que en vez de subir peldaño a peldaño cojamos el ascensor y subamos cuatro pisos de golpe. Si este sistema falla, volvamos al peldaño. Pero nuestra obligación es poner todos los temas sobre la mesa y plantearlo a Madrid de la forma más consensuada.

P. ¿Pero cree que la España plural empieza a tomar forma?

R. En contraposición a Aznar todo es bueno en materia de despliegue autonómico. Aznar era un hombre tremendamente involucionista. Esto está cambiando, no se puede negar, y lo celebramos, porque nos estamos acercando a la época en que Aznar no tenía mayoría absoluta.

P. Sobre el Estatuto, Josep Antoni Duran Lleida ha mostrado su escéptico respecto a que pueda aprobarse en esta legislatura.

R. Sigo pensando que podemos tener éxito. Pero lo digo más desde la ilusión que desde la convicción, desde las ganas de que así sea que desde la certeza. Tengo la impresión de que el PSC está desdibujando las aspiraciones de autogobierno y lo hace para poner las cosas fáciles al PSOE. Y vengo advirtiendo de que esta oportunidad histórica o la aprovechamos a fondo o lo pagaremos caro. Si aprobamos un estatuto que supere al actual pero que no resuelva los temas básicos estaremos hipotecando a toda una generación. Por responsabilidad no lo podemos hacer. Entonces preferiría mantener el actual Estatuto, quedarnos con la carta del nuevo para mejor ocasión y no quemarla ahora. Dicho esto, como CiU tiene un papel clave en la aprobación del nuevo estatuto tenemos que resistir la presión, poniendo el listón alto, y procurar arrastrar al PSC.

P. De momento ya han puesto tres condiciones irrenunciables: concierto económico, gestión de infraestructuras y competencias en inmigración.

R. Por supuesto. Pero no resolveremos nada si no solucionamos el desequilibrio fiscal entre Cataluña y el resto del Estado.

P. Si no se cumplen estas condiciones, ¿CiU bloqueará el Estatuto?

P. En la negociación del nuevo Estatuto, CiU va con el ánimo de ponerse de acuerdo, con actitud constructiva para que salga un estatuto con mayúsculas. No vamos a boicotear nada. Pero si se trata de una operación de maquillaje para que el PSOE pueda dar el sí, que no cuenten con CiU. Y quisiera creer que otros partidos tampoco se prestarán a ello, como Esquerra o Iniciativa.

P. Nunca ha querido manifestarse sobre la solidaridad del cupo vasco. Pero esta fórmula no es generalizable. ¿Puede concretar su sistema de financiación?

R. Tiene tres grandes objetivos. Primero, que la Generalitat recaude todos los impuestos. Segundo, la elaboración de un cálculo por el cual Cataluña pague al Estado los servicios generales y un fondo de solidaridad que sea transparente, para que se sepa quién paga y lo que cada uno recibe. Porque la solidaridad no es para siempre, sino que tiene que modularse a medida que las otras comunidades crezcan en riqueza y renta. Tercero, la creación de una agencia tributaria propia. Y cuarto, que el Parlament incremente su capacidad de modificar los impuestos.

P. El éxito de su 13º congreso quedó un tocado por la polémica sobre la Constitución Europea.

R. El éxito del congreso es innegable con independencia de ese asunto. El congreso se hizo para crear una nueva organización del partido y por un cambio de actitud general. Y estos dos objetivos se cumplieron de forma extraordinaria. Y el tema de la Constitución lo veo positivo, no como un freno. Queremos hacer una profunda reflexión sobre un asunto tan complejo como éste, sobre los pros y los contras.

P. Pero el presidente Jordi Pujol y usted siempre han sido unos profundos europeístas.

R. Se puede decir sí a Europa con convicción y tener dudas sobre la Constitución Europea. Decir lo contrario es maniqueo. Europa no es la Constitución Europea, es otra cosa. Y en un momento crucial en el que se decide la arquitectura institucional de Europa, un partido nacionalista que no ha visto cumplidos sus objetivos tiene la obligación de plantearse estos interrogantes y estas dudas. Y esto no significa dejar de ser europeísta, al contrario, significa poder tener la mejor Europa que soñamos y queremos. Tomaremos una decisión sobre la Constitución Europea de forma coparticipada. Otros lo harán manu militari.

P. Las ponencias aprobadas en el congreso ¿servirán para que CDC recupere la centralidad?

R. No la perdimos nunca porque sino, no habríamos ganado las elecciones autonómicas.

P. ¿No temen quedar desplazados por Esquerra como partido de gobierno en Madrid?

R. En absoluto. ERC está absolutamente desdibujada dentro del Partido Socialista y no sabe cómo salir de esa telaraña. Y en vez de mantener un perfil propio engorda las expectativas de los socialistas. Hace de monaguillo. El PSOE tampoco puede permitirse el lujo ni cometer el error de marginar a CiU en el Congreso. Si son inteligentes intentarán invertir en la relación con CiU porque la vida es muy larga.

P. ¿Apuestan por primar los acuerdos a Esquerra con las heridas que han dejado abiertas?

R. No sé en qué libreta ERC ha anotado sus agravios, pero nuestra lista es muy larga. Pero está encerrada en un cajón con llave y ni yo sé dónde está. Podría hacer un juicio durísimo contra ERC, pero me lo voy a callar. No podemos contribuir a fragmentar todavía más el nacionalismo, porque sólo beneficia a los partidos de obediciencia española.

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