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Crítica:FERIA DE VALENCIA | LA LIDIA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Aprobado raso

Vestido de azabache y blanco, de estreno, como exigía la ocasión, Vicente Barrera celebró su décimo aniversario de alternativa. Seis toros para él solo. Un reto personal que cerraba la Feria de Valencia. La ocasión se la prepararon con esmero, con toros de distintas divisas aunque con poca variedad de encastes. Seis toros elegidos para que la ocasión no fallara. Dividido en dos mitades, los tres primeros tuvieron menor entidad. Los de la segunda parte, con mayor apariencia, le dieron un aire menos festivo a la gesta de Barrera.

Muy terciado el que abrió plaza, tan justo de fuerza como incansable. Uno de Zalduendo, fino de cabos, de aspecto anovillado. Discreto en varas, apenas se le picó. Tanteado con la muleta y muy manejable por el derecho, Barrera buscó el sitio. Con la faena en empate, tomó más vuelo cuando se echó la muleta a la zurda. La primera serie fue la mejor: tres naturales de cartel. Crecido Barrera, salteó algún otro natural. Bien resuelta, la faena se tropezó finalmente con un feo bajonazo.

Varias ganaderías / Barrera, único espada

Toros por este orden de: Zalduendo, Luis Algarra, Zalduendo, Puerto de San Lorenzo, Santiago Domecq y Pedro y Verónica Gutiérrez. De distintas hechuras. Vicente Barrera: entera muy baja (saludos); dos pinchazos -aviso- y entera caída (silencio); entera -aviso- y tres descabellos (oreja); dos pinchazos, -aviso- (silencio); dos pinchazos y media tendida (protestas); pinchazo y entera (oreja). Plaza de Valencia, 25 de julio. Novena y última de feria. Más de media entrada.

Vicente Barrera lidió seis toros elegidos para que la ocasión no fallara

Al toro de Luis Algarra que hizo segundo se le agotaron las pilas después de banderillas. Tuvo estuvo en varas y se entregó bravo en el primer puyazo. También con aire en banderillas, aunque amagó con distraerse y echó la cara arriba en el encuentro. Negó sus opciones en la muleta. Una serie larga de estatuarios personalizaron un inicio de faena que no tuvo más. Sin entrega el toro, no dejó hacer a Barrera. Y todo se vino abajo.

El toro de Zalduendo que cerró la primera parte de la encerrona tuvo de todo. Manseó con descaro en el caballo y se defendió en banderillas, con hachazos al aire en cada par. El saludo de Barrera a ese toro fueron dos largas de rodillas, una buena serie a la verónica y el remate de otra larga de hinojos. Al segundo muletazo el toro amagó con irse. Bien unido, tapándole mucho la cara, Barrera descubrió las virtudes escondidas de ese toro. Las dos primeras series en redondo encendieron la faena, que ya no se apagó. Atado el toro ya para siempre a la muleta, el trabajo de Barrera acabó por macerarse. Muy fiel a su estilo. El toro de Zalduendo se sumó a la fiesta y hasta hubo quien pidió el indulto. Enorme barbaridad.

Tras el descanso vino el toro de la crisis. El de El Puerto de San Lorenzo, más ofensivo y descolgado, se escondió de salida y ya no salió de la cueva. Distraído en el primer tercio, como si la cosa no fuera con él, y despierto sólo en el tercer par que colocó Valentín Cuevas, no le propuso nada a Barrera. Ni hacia adelante ni hacia atrás. Barrera tampoco se complicó y abrevió. Luego, a la hora de matar, con el toro adosado a las tablas, se las vio y se las deseó para acabar con semejante antitoro.

Abierta la crisis en el toro anterior, la tarde pareció tocar fondo en el quinto. Un ejemplar de Santiago Domecq muy bien armado, con serias puntas. No aportó nada en el primer tercio, con el único mérito de dejarse pegar un puyazo largo sin apretar nada. Acabó con señales de manso. Un caos en banderillas, nadie parecía saber su misión, terminó por malograr al toro. Abrigado en las tablas a la espera de Barrera, no hubo siquiera amago de faena. Como si la tarde ya le pesara, a Barrera pareció faltarle convicción. Con toro y torero de acuerdo en no aportar nada, se hundió el ambiente.

Hondo y bien presentado, el toro de Capea que cerró la corrida y la feria. También poco emotivo. Discreto en varas, tuvo nobleza absoluta aunque poca clase. Nunca humilló y con la cara alta se salió de los muletazos despistado. Barrera se agarró a él como a un clavo ardiendo para mejorar el balance final. Le puso interés, pero faltó todo lo demás. Generoso en su trabajo y muy metido en las tablas, la faena fue un vaivén en exceso liso. El público, generoso, le pidió la oreja.

La tarde, en fin, la saldó Barrera con aprobado. Mató con cierto desahogo la corrida.

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