Gilberto Gil propone romper las cadenas locales, nacionales y lingüísticas
El músico y ministro de Cultura de Brasil actuó anoche en Madrid y el lunes en Santiago
"Lo glocal es mi posición. Una mezcla necesaria entre los factores locales y los globales". Así es la música de Gilberto Gil (Salvador de Bahía, 1942), uno de los padres del tropicalismo y ministro de Cultura de Brasil, que anoche presentó su nuevo espectáculo, Gil electroacústico, en el Conde Duque de Madrid. "Músico popular" sin tiempo para componer, Gil propuso ayer "un mundo más allá de sus cadenas locales, nacionales y lingüísticas". "Mezclar lo nacional y lo internacional, lo global y lo local, en diálogo, ése es mi mensaje".
Vestido completamente de negro, con el pelo recogido en rastas y las uñas largas para rasguear la guitarra, Gil, padre junto a Caetano Veloso del tropicalismo, el movimiento musical que nació en el Brasil de los años sesenta, prefiere hablar de "movimiento tropicalista"."Sería mejor que no hubiera ismos en el movimiento tropicalista. No me interesa discutir si el tropicalismo existe o no todavía, pero lo que yo hacía y pensaba entonces, los parámetros de mi trabajo, siguen siendo válidos hoy para mí", explicó durante la presentación del segundo y último concierto en España (el lunes actuó en Santiago), dentro de su gira europea.
Gil electroacústico mezcla "instrumentos de percusión con máquinas para hacer una base electrónica. Es un espectáculo de guitarras electroacústicas, acompañadas por mí cantando, el acordeón y el teclado."
La música de Gil sigue reflejando los valores de un "músico popular", como a él le gusta definirse, profundamente comprometido con la defensa "de lo glocal". "Mi música es internacional, siempre he buscado elementos variados, de todas las procedencias, aunque también es necesaria una mirada cuidadosa a lo local".
"Mezclar lo nacional y lo internacional, lo global y lo local, en diálogo, ésa es mi posición", explica. "Más allá de la composición del elemento musical está el mensaje. De eso habla mi vida y ése es mi mensaje, mi forma de hacerme escuchar hablándole a una civilización planetaria, de un mundo más allá de sus cadenas locales, nacionales y lingüísticas, con un hombre abierto a la vida".
Autor de más de una treintena de discos, Gil intentó ayer escapar a su doble condición de músico de éxito y ministro de Cultura del Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva. "Después de año y medio en el cargo, ya nadie puede sorprenderse con esto. La cohabitación de mis dos actividades funciona gracias al sentido común".
El cantante brasileño admite, sin embargo, las dificultades de aunar ambas actividades. "El trabajo de compositor lo he dejado un poco de lado porque es tiranizante". "La música y la musa piden que esté de noche componiendo hasta el día siguiente y, ¿cómo voy a estar a las nueve de la mañana en el ministerio? Es una cuestión de sentido común".
No es ésta la única forma en la que su música se ve afectada por su desempeño como ministro. "Ahora no puedo pedir que el Gobierno me subvencione, porque hay un conflicto de intereses", bromea.
Conocido por sus ideas anticapitalistas y progresistas, Gil defiende la importancia del hecho cultural, independientemente de su comercialización, "y de su valor como producto". El músico brasileño cree que "los bienes culturales tienen y aportan valores extras, están caracterizados por agregar un valor que va más allá de lo utilitario".
Recién llegado ayer de actuar el día anterior ante 4.000 personas en Santiago de Compostela, el cantante brasileño no renuncia a cantar y a ofrecer sus canciones por el mundo, pese a su apretada agenda ministerial, que le devolverá a Madrid "en octubre o noviembre". "Cantar y revisitar sitios interesantes como Madrid o Santiago de Compostela, que llevo un tiempo largo sin visitar, son mis vacaciones ideales", explicó ayer.
Acompañado en su gira europea por, entre otros, Sergio Chiavazzoli en las guitarras y Marcos Suzano en la percusión, no parece estar preparando una gira conjunta con Caetano Veloso. "Caetano y yo juntos en el escenario. ¿Otra vez?", sonríe irónico.
Babelia
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