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Reportaje:TOUR 2004 | Decimoquinta etapa

"Es escandaloso"

Eusebio Unzúe y otros directores critican la actitud colaboracionista del CSC y el US Postal

Xosé Hermida

Eusebio Unzúe, director del Illes Balears-Banco de Santander, lo venía mascando desde hace días y ayer lo soltó tras comprobar el desenlace de la etapa. "Es escandaloso. El US Postal y el CSC actúan como si fuesen un solo equipo", protestó. El poderío de Armstrong y de su guardia pretoriana intimidan tanto al pelotón que parece como si hubiese infundido sus víctimas una suerte de síndrome de Estocolmo. En la segunda etapa pirenaica, todos los que aspiraban a desafiar al estadounidense se detuvieron de golpe para esperarle al sufrir un pinchazo. Ayer, en la primera cita alpina, el cuadro se acercó al surrealismo. El CSC, el equipo de Basso, el segundo clasificado, no sólo evitó cualquier ataque a Armstrong, sino que colaboró con él cuando el tejano pasaba por el primer momento de cierto apuro que ha vivido en este Tour. "Aquí ya sólo se compite por ser segundo", indicó Erik Breukink, director del Rabobank.

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Metido en el coche de su equipo para abandonar la meta lo más rápidamente posible, Basso parecía un hombre feliz. "He podido alejar a rivales como Klöden y Mancebo y en la meta he logrado una bonificación", comentó sonriente y con aire ingenuo. El botín al que se refería el italiano eran 12 misérrimos segundos. Una titánica conquista, sobre todo porque Armstrong, el vencedor de la etapa, arañó 20, con lo que había distanciado a Basso en 8 segundos más. Y, a pesar de todo, el líder del CSC paseaba entre las colinas de Villard de Lans una sonrisa que le llegaba a las patillas y afirmaba sin reparos: "No era posible atacar a Lance".

Hubo un momento, en los Pirineos, en que pareció que el CSC de Bjarne Riis era la única escuadra en condiciones de poner en aprietos a Armstrong. Riis vive sólo para el Tour y su figura recordaba al corredor que en 1996 acabó con el reinado de Indurain. Qué ingenuidad, como pudieron comprobar muy pronto los demás directores. Cada vez que alguien le proponía un ataque conjunto, Riis se ponía a silbar. La culminación llegó ayer. Cuando Ullrich se decidió enfrentarse en serio a Armstrong por primera vez en todo el Tour, el CSC se dio por aludido. Y no precisamente para sumarse a la ofensiva, sino para poner a uno de sus hombres, Jens Voigt, a tirar del grupo en que estaba el estadounidense.

Al finalizar la etapa, Riis estaba a la defensiva y hasta acabó reconociendo: "Soy consciente de que no todo el mundo entenderá la táctica que hemos seguido". ¿Qué era lo que pretendía Riis?. "Todo lo hemos hecho para proteger a Basso. No podíamos permitir que Ullrich tomase mucho tiempo y peligrase nuestro segundo puesto. Además, otros rivales como Mancebo y Totschnig venían por detrás y queríamos descolgarles. ¿Cómo podía Ivan sumarse al ataque de Ullrich si en ese grupo había tres corredores del US Postal que echarían abajo la escapada?". Voigt, el encargado del trabajo sucio, también derramaba jovialidad como si hubiese ganado el Tour mientras recitaba una letanía. "Sorry, sorry, I'm very sorry", repetía para referirse a la suerte que le hizo correr a su compatriota Ullrich. Otro corredor del CSC que viajaba en el mismo grupo, Carlos Sastre, renqueante de una caída, se enojó ante la insistencia de los periodistas: "!Desde fuera es muy fácil hablar, tío!. ¿Cómo íbamos a atacar si yo he llegado aquí reventado de dolor?. Nosotros no vamos contra nadie ni a favor de nadie. Hacemos lo que nos conviene".

Mientras sus víctimas discutían a través de los medios de comunicación, el gran jefe pudo limitarse a alardear su autoconfianza. "En ningún momento me preocupó el ataque de Ullrich", afirmó Armstrong, "Si yo estuviese solo, quizás me hubiese preocupado más. Pero los dos equipos trabajamos juntos y conseguimos alcanzarle". A Ullrich, hombre escaso de palabras y de predisposición a la polémica, sólo le quedó el refugio de la ironía: "Armstrong tiene un equipo muy fuerte. Y con Voigt lo es todavía más".

Ullrich, extenuado, durante la etapa de ayer.
Ullrich, extenuado, durante la etapa de ayer.REUTERS

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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