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VISTO / OÍDO
Columna
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Neoliberalismo español

Una ironía en la vieja Unión Soviética: "El capitalismo es la explotación del hombre por el hombre. El comunismo es todo lo contrario". Una frase en el nuevo Estados Unidos: "Gracias, Señor, por las hamburguesas de queso. Sin ellas, el neocapitalismo conservador me dejaría tan vacío...". El capitalismo exigía un gobierno débil capaz de contener a las masas, pero con libertad para el negocio. El neocapitalismo pone gobiernos fuertes que favorezcan el negocio: intervencionistas en su favor. Sería el negocio, el capital, quien dirigiría -dirige- la sociedad: un "capitalismo ilustrado", según quienes dominan la creación del lenguaje en su favor. La vieja idea del equilibrio "capital-trabajo" se sustituiría por el mercado libre como una forma de democracia. Sé que soy brutal comprimiendo lo que requeriría páginas, pero mi capital de letras está muy limitado. El neocapitalismo es el actual sistema americano, representado por Bush y su grupo; lo traslada al mundo, domina en Europa, aunque moderado por algunas tradiciones, sindicatos transparentes, partidos desnaturalizados y una cultura profunda. En España es más dominante: Aznar lo bebió de Bush. Las ideas y las prácticas chocan muchas veces con las realidades. Se dice que el fracaso del comunismo fue que en lugar de triunfar en Alemania, para donde pensaban Marx y Engels, triunfó en Rusia, sociedad rural primitiva, con un zar y una corte de asesinos como lo sería Stalin. Diría que más. Parece que la Rusia de los tiempos comunistas era mejor que la de los tiempos zaristas y rasputinianos, y que China fue incomparablemente mejor que con la Reina Viuda. Leamos a Malraux, capitalista y ministro de De Gaulle. Pero ésa es otra historia, que arrojo a la canalla.

España es el país número 20 en desarrollo: al final de la tabla de Europa. Sin embargo, es uno de los primeros en neoliberalismo. Ejercido, además, con cierta crueldad de señorito. La entronizable imagen de Aznar con el puro y los pies en la mesa de Bush es el cuadro vivo de la caricatura del capitalista; su parecido con Groucho era porque él interpretaba esa caricatura. No creo que aquí se pueda resistir el capitalismo como control único de la vida social, como Rusia no resistió el comunismo sin industria y con pueblo sin cultura. La "cheeseburguer" no llena el vacío. No sé si será aquí donde comiencen las famosas "contradicciones del capitalismo".

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