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Entrevista:KARLOS ARGUIÑANO | Cocinero

"El huevo frito es san Dios"

Pregunta. Dice que cocinaba desde niño. ¿Qué preparaba, el colacao del desayuno?

Respuesta. No, hombre. Yo ponía vainas con patatas, carne con tomate, macarrones con queso...

P. A la tierna edad de siete años.

R. Siete u ocho años, sí. Mi madre es inválida, yo soy el mayor de los hermanos y desde muy pequeño llegaba de la escuela y echaba una manita.

P. Los benedictinos le enseñaron a rezar en euskera, castellano, francés y latín. ¿En qué lengua le da más resultado?

R. En todas. Me hace mucha gracia rezar y saberme las oraciones, porque yo no creo en nada.

P. ¿Y qué milagritos obtiene?

R. Ni uno. Yo estoy lleno de realidades, la mayoría buenas.

P. ¿Cómo le ha dado tiempo a tener seis hijos?

R. En los ratos libres. Yo lo de los hijos sí que lo he visto de una forma natural. Y dejamos de tenerlos porque mi mujer decía que de uno en uno ya no le entretenía.

P. ¿Suele ligar preguntando "en tu cocina o en la mía"?

R. No. Yo siempre digo que soy un tío muy completo. La oferta mía siempre ha sido: yo te lo puedo hacer todo rico, rico. Y me da igual en qué cocina.

P. ¿Sigue en vigor lo de que a los hombres se les gana por el estómago?

R. Sí. Yo en el restaurante siempre sé quiénes son novios, pareja, matrimonio o ligue. Y, al principio, todo muy bien, pero luego, si no das bien de jamar, todo el mundo se puede acordar de su madre.

P. Quiere decir que la que tira de congelados y de latas no se come una rosca.

R. Pocas. Muy seguido, no.

P. A ver si va a ser eso.

R. Eso es lo que está pasando. Por la boca entran la salud y la enfermedad.

P. "Delante de las cámaras me siento estupendo". ¿Tanto?

R. Digo con delantal. Porque Arguiñano con delantal es mucho Arguiñano. Hago cositas, como que tengo algo debajo. Pero todo el mundo sabe que no.

P. No tiene nada debajo.

R. Casi nadie tiene nada debajo del delantal.

P. Ha hecho Airbag, Año Mariano y El rey de la granja. No me dirá que lo suyo es el cine.

R. No. Francamente, no.

P. ¿Qué le separa de Al Pacino?

R. No sé cómo cocinará él. Yo compito con él, menos en cine, en lo que quiera.

P. ¿Usted no va a una hamburguesería ni muerto?

R. No. Sobre todo teniendo tantos niños, y queriéndoles como yo les he querido.

P. Hay quien dice que es un cocinero mediocre.

R. No, hombre. Yo creo que soy un buen cocinero, que he hecho disfrutar a mis clientes, y los tengo de hace 30 o 35 años.

P. ¿El huevo frito tiene vuelta de hoja?

R. El huevo frito es san Dios. Si las gallinas pusieran un huevo al mes, sería más caro que los diamantes.

P. ¿Usted es rico, rico y con fundamento?

R. Yo creo que soy un tío majo. Majo y gracioso. Y no me dedico a hacer putadas a nadie. Fundamento, unas veces tengo y otras no.

P. O sea que majo y gracioso. ¿Cuándo se murió su abuela?

R. Ya hace años. Pero yo sé que soy gracioso, porque siempre he sido el que ha contado los chistes, el que ha presentado los festivales del pueblo, el que ha organizado los guateques. Y no ponía música porque no tenía discos.

P. ¿Y cómo hacía guateques sin música?

R. Silbando al oído. Y mucho tarareo mientras bailaba el agarrao. Ahora se baila raro.

P. Porque el agarrao lo borda.

R. Yo, sí. Yo he pisado muchas plazas. Ya no. Pero hay veces que me dan ganas de arrancarme.

P. ¿Y qué hace entonces?

R. Echar un trago.

P. Recomiéndeme una dieta.

R. Tengo una dieta personal que es CLM: comer la mitad. Y he empezado a andar hace un par de años, 12 o 15 kilómetros al día. Es que a partir de los 50 te vas apartando del sexo y te vas acercando al sofá como un enloquecido.

P. ¿Y en el sofá, nada de nada?

R. En el sofá, ni sexo ni nada de nada, porque estás cansado.

P. Pues vaya plan.

R. No. Te queda la comida, el campo, echar la siesta. Vas adquiriendo esa experiencia y esa tranquilidad, y se te van otro tipo de nervios, como ir en moto rápido. Prefiero una mirada, una caricia, un beso cuando te cruzas con tu señora en el pasillito.

P. Si la gente come la mitad, usted se forrará la mitad.

R. No, pero cuando vengan a mi casa, que coman normal. La dieta, en el día a día. Aquí, no.

El restaurador Karlos Arguiñano, proponiendo una degustación en su caserío de Zarautz.
El restaurador Karlos Arguiñano, proponiendo una degustación en su caserío de Zarautz.JESÚS URIARTE

PERFIL

Con 56 años y seis hijos, hace mil cosas -programas de televisión, libros, publicidad, horticultura- además de lo suyo, la cocina. Su abanico de aficiones es igualmente amplio: pescar, pasear, jugar y ver pelota vasca, "y, en primavera, buscar nidos, descubrir qué pájaros son y cómo los ponen". Su restaurante cumplió el martes 25 años.

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