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38º FESTIVAL DE JAZZ DE MONTREUX

Santana se rodea de amigos y pone su guitarra al servicio de la paz y la libertad

Cuando Santana presentó el jueves a sus invitados -Chick Corea, Herbie Hancock, John McLaughlin, Angelique Kidjo o Steve Winwood- resultaba difícil creer que todos ellos pudieran estar juntos sobre un escenario. Con una poderosa banda que incluía tres percusionistas, tres pianistas (Corea, Hancock y Chester Thompson), dos saxofonistas (Wayne Shorter y Ravi Coltrane) y su viejo colega Mahavishnu John McLaughlin a la otra guitarra, la noche comenzó con una versión de Redemption song, de Bob Marley. El concierto cerraba las tres actuaciones de Santana, que empezaron el martes, y en los que recreó temas clásicos de Marley, Dylan o Lennon bajo el lema La paz y la libertad.

Una selección de clásicos del maestro jamaicano cantados por la diva de Benin Angelique Kidjo dio lugar a una bella versión de Just like a woman, de Bob Dylan, interpretada por Barbara Morrison y Andy Vargas. Un auditorio Stravinski abarrotado provocó que varios cientos de personas siguieran el espectáculo desde fuera de la sala gracias un excelente sistema de vídeo.

Si la primera parte del concierto fue más popular, gracias a los temas de Marley, Dylan y Lennon, la segunda estuvo marcada por el signo del jazz. Un Steve Winwood inspirado interpretó el clásico de Timmy Thomas Why can't we live together para dar paso luego a uno de los momentos más memorables de la velada con un bello tema interpretado a dúo por Santana con su hijo, el solvente pianista Salvador, y al incandescente dúo de guitarras que unió a John McLaughlin con el artista chicano.

Tras versiones reggae de What a wonderful world, de Armstrong, y Over the rainbow se llegó a la gran final con una banda desatada dando rienda suelta al fuego del rock latino con intervenciones magistrales de Hancock y Shorter. La gran sorpresa llegaría cuando Santana invitó al Coro de la Rivera de Montreux a unirse a los músicos para una conmovedora versión del Himno a la Alegría de la Novena sinfonía de Beethoven. Un momento emotivo acompañado por mecheros y brazos en alto para poner un broche de oro al festival.

Al tiempo que Carlos Santana realizaba su maratoniana retrospectiva de tres jornadas en el auditorio Stravinski el martes, miércoles y jueves, el público del más intimista Casino de Montreux descubría al joven fenómeno llegado de Londres: Jamie Cullum, el pianista y crooner que ha pasado de tocar en pizzerías y pubs a firmar el contrato más caro en la historia del jazz europeo por un millón de libras con la Universal. Cullum venía a Montreux a presentar su disco de lanzamiento internacional, Twentysomething, en el cual revisita clásicos del jazz de una manera fresca y elegante además de presentar algunas composiciones propias y de su hermano Ben.

Cullum no dio respiro al público. Comenzó su concierto con una versión a capella de What a difference a day makes para luego dedicarse a saltar por el escenario, subirse al piano y bromear con la audiencia que, entregada, le premió con enormes aplausos. Acompañado del formato clásico de contrabajo y batería, Cullum logró un momento especialmente intenso con una sorprendente versión jazzy del tema de Radiohead High and dry.

Carlos Santana (a la izquierda) y John McLaughlin, durante su actuación en Montreux.
Carlos Santana (a la izquierda) y John McLaughlin, durante su actuación en Montreux.ASSOCIATED PRESS

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