"Era imposible meter tantos generadores en un edificio así"
Los vecinos de la calle de Almadén vivieron la jornada de ayer con una mezcla de miedo, desesperación y crispación. "No hay derecho a que pasen estas cosas, cuando se podían haber evitado", argumentaba un inquilino del inmueble opuesto al edificio incendiado de Unión Fenosa. "Esto se veía venir porque no es normal que metan en un edificio así [un inmueble antiguo, de cuatro plantas de altura] tantísimos generadores eléctricos, y que las obras duren más de un año", añadía otro joven, cuya pared es contigua a la del edificio incendiado.
Cuando el cordón policial que tenía cortadas las calles de la glorieta de Atocha hasta la plaza de Neptuno se levantó, pasadas las siete de la tarde, los inquilinos de la calle afectada se agolparon en la vía de San Pedro, transversal a Almadén. Desde allí podían ver la chimenea de humo que salía por la fachada del edificio. En el interior las llamas continuaban. "No sé cómo me voy a encontrar mi casa", decía descompuesta Isabel Ríos: "Cuando salimos, las llamas se dirigían hacia mi tejado y las flores del balcón estaban ardiendo". A su lado, su esposo, de 74 años, se lo tomaba con más calma sentado en una silla playera.
"Lo importante es que no ha habido ninguna desgracia", intentaba apaciguar los ánimos Carolina Núñez, a la que el fuego le pilló en casa, y salió con lo puesto. "He ido a comer y he tenido que venirme sin pagar porque no llevaba ni dinero", añadía la mujer, que sin embargo estaba contenta, puesto que tras las explosiones vio al encargado de la obra del edificio incendiado y éste le confirmó que todos los operarios estaban bien. "Al principio me asusté. Allí trabajan al menos ocho personas y temía que les hubiera pillado dentro", relataba aliviada.
"Meriendas de Gallardón"
A medida que pasaba el tiempo los ánimos caldeaban más aún el ambiente. "Todavía estoy esperando que Gallardón me traiga la merienda", decía airada una señora que ni siquiera había podido almorzar: "Seguro que si pasa en un barrio rico les traen hasta sándwiches, y yo aquí con una bolsa de agua caliente [se repartieron bolsas de agua potable entre los afectados], que es como un cocido". "Tranquila, mujer, que por lo menos un policía muy majo me ha sacado a mi perrita de casa", le comentaba su amiga.
Los bomberos, mientras, continuaban refrescando desde el tejado del edificio opuesto al incendiado. "Hay riesgo de derrumbe y no podemos dejarles pasar", intentaba razonar un policía con un vecino nervioso. "Si no hubieran metido en un bloque viejo tantas máquinas yo estaría en mi casa viendo el Tour", le replicó el señor.
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