Peter Brook aborda el sentido de la vida en 'Tierno Bokar', su último montaje
La obra del director sobre el sabio de Malí se representa en Barcelona a partir del día 27
Tierno Bokar fue hombre humilde y extraordinario, un sabio africano que vio en la tolerancia la única posibilidad de supervivencia del hombre. Basado en el libro Le sage de Bandiagara (El sabio de Bandiagara), que Amadou Hampaté Bâ dedica a su maestro, el nuevo montaje de Peter Brook es una bonita fábula sobre las enseñanzas de este asceta cuya vida era "tan limpia como un cristal, tan pura como una oración". El espectáculo, que podrá verse en Barcelona del 27 de julio al 4 de agosto (Mercat de les Flors), se estrenó el día 6 en Duisburg (Alemania), en la Trienal de Ruhr.
"En África, cuando un anciano muere, toda una biblioteca desaparece". Estas palabras de Amadou Hampaté Bâ (Malí 1901-Costa de Marfil 1991), que reflejan la importancia de la tradición oral en las civilizaciones africanas, parecieron guiar su vida hacia la custodia de la cultura oral de su país. Nacido en el seno de una noble familia de etnia peule y discípulo de Tierno Bokar (1875-1940), Hampaté Bâ pudo cumplir con el compromiso de la tradición oral que establece su transmisión a las generaciones futuras, gracias a su formación francesa. Peter Brook le conoció en París, cuando Hampaté Bâ era miembro del Consejo Ejecutivo de la Unesco. "En La conferencia de los pájaros (1979) ya leímos sus textos", recuerda Peter Brook en un encuentro con un grupo de periodistas españoles tras ver el montaje. "África sigue siendo una civilización desconocida para Europa. Sabemos del sida, de las dictaduras, de la miseria que sufren sus gentes y sabemos que bailan bien. Pero de la profundidad de sus pensamientos no conocemos nada".
Para preparar el montaje, que recalará en Barcelona como parte de la programación del Fórum-Grec, Peter Brook y su compañía pasaron un mes en Malí y Burkina Faso. En Bandiagara, una pequeña población en Malí, conocieron al único discípulo de Tierno Bokar, que todavía sigue vivo. "Para entender la verdad de ellos tuvimos que salir de la nuestra", explicó Peter Brook, haciendo referencia a las palabras de Tierno Bokar que recoge la obra: "Hay tres verdades: la mía, la tuya y La Verdad. Ésta última está en el centro y no pertenece a nadie. La mía y la tuya sólo son fracciones de esta Verdad que representa la luz total y queda simbolizada por la luna llena". Esta cita, por extrapolación, nos lleva a hablar de la religión. "Está mi religión, la tuya y La Religión", comenta Peter Brook. "Pero la obra no defiende el islam contra el cristianismo o el budismo, porque tanto el islamismo como el cristianismo o el budismo ya han dejado de ser lo que eran. Todas las religiones que han sido dadas a conocer por profetas excepcionales, al cabo de un tiempo, se degradan. La degradación forma parte de la humanidad. De lo que se trata es de asumirla, porque cada nivel de degradación tiene sus ventajas. Además, la idea de Dios, sea cual sea, escapa a toda definición". Una vez más, Peter Brook cita las palabras de Tierno Bokar para explicar el montaje. De hecho, en un momento de la obra, Bokar intenta responder a la pregunta de qué es Dios con estas palabras: "Dios es el obstáculo de la inteligencia humana, porque todo aquello que concebimos como Dios deja de serlo, pues sólo es nuestra propia manera de concebirle y en realidad escapa a toda definición".
El montaje de Brook parte de la adaptación teatral que Marie-Hélène Estienne hizo del libro de Hampaté Bâ y sitúa al espectador de entrada en Bandiagara, donde Tierno Bokar pasa sus días meditando y dando clases a sus alumnos. A través de la figura del narrador, que rescata la tradición oral africana, las primeras escenas introducen en lo que fue la rutina de Bokar en un África colonizada por los franceses para adentrar al público después en los conflictos internos que la desgarraron. Marie-Hélène Estienne, presente junto a Brook en el encuentro, habló de la dificultad de la adaptación: "Por un lado había las historias y enseñanzas de Tierno Bokar y, por otro, había que explicar las disputas que surgieron por la discrepancia entre el significado del número 11 y el 12 que aparecen en la corriente sufista del islam". Ésta es quizá la parte más enrevesada del montaje, cuando a partir de un malentendido se definen los partidarios de repetir la oración La perla de la perfección once veces, frente a los menos ortodoxos, que prefieren repetirla una vez más. Once es el número que corresponde a la espiritualidad pura del islam, once son los pilares que sustentan las mezquitas y sabemos que las fechas de los atentados 11-S y 11-M no son casuales. La obra explica cómo el conflicto llega hasta los representantes del Gobierno francés, en plena ocupación de Francia por los alemanes. Aquéllos toman cartas en el asunto y prohíben la oración basada en el número 11, tachándola de herética. Así es como Tierno Bokar muere solo, considerado un traidor por muchos, no sin antes pronunciar estas palabras: "Pido a Dios que, en el momento de mi muerte, tenga más enemigos a quienes no haya hecho nada, que amigos".
Sabio del teatro
Peter Brook rehúye cualquier identificación con Tierno Bokar y su sabiduría, pero el paralelismo es, a pesar suyo, inevitable. Tiene muy claro que sólo la tolerancia y la amplitud de miras, sobre todo en política, pueden garantizar la tranquilidad de espíritu y que éstos son los temas que el teatro tiene que tratar hoy en día. "La obligación del teatro es ir a contra corriente de la sociedad. En los años sesenta, el teatro tenía que incidir en los tabúes sexuales, por ejemplo, como uno de los temas que chocaban a la burguesía. El choque de ayer, sin embargo, se transforma en la banalidad de hoy. Por eso ahora al teatro le toca crear, aunque sea durante una o dos horas, una pequeña atmósfera de tranquilidad y paz, que es lo que nos falta en la sociedad en que vivimos. El teatro no puede cambiar el mundo, pero si que puede darnos un respiro". Su Tierno Bokar lo da. Es un montaje que encaja en su propia definición de teatro sagrado. Una obra sobre lo invisible-hecho-visible que el público recibe de entrada con ese silencio con el que se reconoce una experiencia compartida. Los aplausos vienen después.
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