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Reportaje:FÓRUM DE BARCELONA | Actividades

Fiesta y resaca en el Fórum

Conciertos, baile y cervezas se adueñan del recinto al caer la noche, tras el Parlamento de las Religiones

Clara Blanchar

A las ocho y media de la tarde casi ya no queda ningún rastro del Parlamento de las Religiones en el recinto del Fórum. Sólo un monje con una túnica casi tan blanca como su barba contempla atónito a un grupo de chavales que celebra una despedida de soltero en la entrada al recinto.

No hay colas en las taquillas que dispensan los pases de noche, pero los empleados que están tras la ventanilla tampoco están parados. Pese a que el público nocturno no tiene un único perfil, predominan las parejas de jóvenes que llegan para asistir al concierto de Fito Páez, que reunió a 2.900 espectadores el viernes y 4.200 el domingo. "No habíamos estado nunca en el Fórum y nos hemos decidido hoy porque toca Fito. De paso, nos daremos una vuelta por el recinto para ver otros espectáculos", aseguraban Álex y Vicky, una pareja de unos 25 años. En la entrada, varios miembros de movimientos sociales que se oponen al Fórum anotaban cada una de las personas que accedía al recinto para contrastrar sus datos con los que ofrece cada lunes la organización del evento.

La noche se concentra sobre todo alrededor del muelle. Al sonar la melodía que anuncia el descenso de los Voladores de Papantla, todo el mundo se dirige hacia el mar y da una sensación de lleno que durante el día puede notarse en pocas ocasiones, dada la dispersión de los visitantes. Cuando los cinco hombres se despiden del Sol, el público les dedica un fuerte aplauso y empieza a desfilar hacia los chiringuitos y los restaurantes. Enseguida comienza el espectáculo Mover el mundo, aunque los que llegan para ver a Fito Páez prefieren formar una larga cola para entrar en el recinto del escenario de la Marina.

Pronto la cola se convierte en una aglomeración de gente, desordenada y desesperada porque el solista ya ha entonado el clásico "¡buenas noches, Barcelona!". Sólo hay un miembro del personal de precaución que intenta hacer pasar a la gente de uno en uno al recinto. Le resulta imposible. Los asistentes apartan las vallas y empiezan a colarse sin que el trabajador pueda hacer nada. El vigilante reprocha su actitud a uno de los que pasan sin guardar cola, a lo que el hombre no duda contestar: "Llevamos un cuarto de hora aguantando este sistema que no tiene ningún sentido y el concierto ya ha empezado".

Delante del escenario, muchos padres bailan con desparpajo los ritmos que propone Fito mientras sus hijos juegan casi con desidia debido al cansancio que han acumulado durante el día. Los vasos de cerveza circulan entre los grupos de amigos que asisten al concierto, y también lo hacen los porros.

Pese a que la sensación de soledad que había antes del verano ya no existe, el rastro de vida humana se pierde ante el escenario del disc-jockey. Ante una pantalla que no cesa de escupir imágenes e ideas inconexas, el pinchadiscos crea una música con tintes futuristas que se queda en el vacío. La gente que no está en el concierto de Fito contempla el espectáculo del Monstruo de los siete mares. La programación del evento, que fluye por sí sola, arrastra al público de un lugar a otro. Tras esta función, arranca de inmediato un María Cristina me quiere gobernar que remite al ambiente que se vive en la plaza de cualquier pueblo en la fiesta mayor. El público, mucho más maduro, se sienta y empieza a corear lo de "y yo le sigo, le sigo la corriente" aunque no se corresponda con el fragmento que interpreta La Salseta del Poble Sec. En la pista, poca gente; sólo se atreven a salir los que pueden presumir de haber tomado clases de baile de salón, aunque algunos aplican a la rumba pasos más propios de salsa y bachata.

El Fórum también vive resaca. Al menos eso parecía ayer por la mañana, cuando la lluvia sin duda contribuyó a que la imagen del recinto se asemejara a la de las calles de Lloret de Mar cuando los nubarrones llegan con la temporada baja. La lluvia de la noche encharcó algunos espacios que durante el mediodía seguían vallados. Sin embargo, las precipitaciones obligaron a suspender los espectáculos permanentes, varias actuaciones de calle y los pases del teatro. Son las consecuencias que suele tener una noche movida.

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Sobre la firma

Clara Blanchar
Centrada en la información sobre Barcelona, la política municipal, la ciudad y sus conflictos son su materia prima. Especializada en temas de urbanismo, movilidad, movimientos sociales y vivienda, ha trabajado en las secciones de economía, política y deportes. Es licenciada por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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