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Columna
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Discurso precongresual

Creo recordar que fue Javier Pradera quien hizo uso de la metáfora del padre castrador para referirse a la intervención de José María Aznar en la campaña electoral de las últimas elecciones generales. Se refería Javier a la intervención del entonces presidente del Gobierno en el mitin en el que hizo uso del símil futbolístico de que el equipo que sale a empatar acaba perdiendo y en el que criticó de manera abierta el tono de la campaña que estaba protagonizando Mariano Rajoy. El lector probablemente recordará que Mariano Rajoy contestó que él no necesitaba que nadie le diera lecciones de cómo tenía que hacerse una campaña electoral.

No ha sido, pues, con su discurso inaugural en los cursos de verano organizados por FAES la primera vez que José María Aznar llama la atención a su sucesor, sino que es la segunda vez que lo hace. Para el ex presidente del Gobierno su sucesor en la dirección del partido no sólo no planteó la campaña electoral como debió hacerlo, sino que tampoco está sabiendo hacer oposición de la manera que sería conveniente. Mariano Rajoy ha vuelto a reaccionar como lo hizo en la primera ocasión, recordando en este caso que es él quien fija la línea del partido.

El incidente no tendría mayor importancia, si no fuera por la circunstancia de que el PP se encuentra en fase precongresual y que a la vuelta del verano tendrá que elegir su nueva dirección y definir su estrategia para la legislatura. No creo que sea casual que las palabras de José María Aznar hayan sido pronunciadas casi inmediatamente después de que se conociera el encargo de Mariano Rajoy a Alberto Ruiz-Gallardón de que hiciera la ponencia política de apertura del próximo congreso. Y que, en ese contexto, pusiera tanto énfasis en la batalla de las ideas.

José María Aznar está intentando no tanto fijar los términos del debate congresual, como establecer las líneas rojas que no pueden ser sobrepasadas en el mismo. No es el contenido del congreso sino los límites del mismo lo que el ex presidente tiene en su cabeza. En política internacional, en política europea, en política constitucional. Hay cosas que, en su opinión, no pueden ser aceptadas por el PP en ningún caso. Aunque formalmente su discurso era un ataque frontal al Gobierno socialista, materialmente el destinatario del mismo era el PP.

Y así ha sido entendido no sólo por los dirigentes del PP, sino por la opinión pública en general. Las palabras de José María Aznar no han sido interpretadas como una declaración de política general, sino como una indicación a los nuevos dirigentes del PP de hasta dónde puede llegar un discurso político que el ex presidente puede tolerar.

Las reacciones que se han producido en el interior del núcleo dirigente del PP han sido dispares. Por un lado, Ángel Acebes y Eduardo Zaplana han expresado su conformidad total con las palabras de José María Aznar. Por el otro, Mariano Rajoy, auxiliado por Manuel Fraga, le han venido a recordar al ex presidente que nadie puede estar sometido a tutela cuando tiene que dirigir un partido de gobierno.

El próximo día 16, cuando clausure Mariano Rajoy el curso de verano de FAES, tendremos una indicación más precisa de hasta qué punto el actual secretario general y futuro presidente del PP está dispuesto a hacer frente o no al pulso de José María Aznar. En cualquier caso, parece que las aguas del próximo congreso empiezan a agitarse. Da la impresión de que la época de los congresos anteriores del PP ha pasado a la historia.

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