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Reportaje:MÚSICA

Lhasa, la nómada norteamericana

A sus 32 años escasos, Lhasa de Sela acredita ya una trayectoria vital tan azarosa que hasta resulta difícil explicar su procedencia. Nacida en Nueva York, de padre mexicano, madre de Estados Unidos y ancestros panameños y libaneses, vivió durante años en un carromato, acabó escolarizándose en un colegio católico mexicano, creyó asentarse en San Francisco, se mudó con sus hermanas a Marsella y, por ahora, ha encontrado residencia en Montreal. Todo este bagaje viajero encuentra reflejo en su inclasificable discografía, tan breve como admirada en los circuitos étnicos: La llorona (1997) y el reciente The living road, que alterna composiciones en castellano, inglés y francés.

Hace siete temporadas, el primer trabajo de Lhasa ya le reportó ventas inusuales (más de 300.000 copias en el mercado francés, 125.000 en Canadá), críticas entusiastas y dos galardones cualificados, un Juno francés y un Félix en Québec, ambos como Mejor álbum global. El interés por la cultura azteca heredado por vía paterna impregnaba un repertorio que también ha contribuido a dignificar Lila Downs. La llorona le sirvió a Lhasa para incorporarse a Lilith Fair, la famosa gira femenina patrocinada por Sarah McLachlan o Natalie Merchant. "No fue la mejor de las experiencias", rememora. "Yo era muy tímida y me sentía incómoda. En realidad, sólo me echaron una mano las chicas de Indigo Girls...

Ahora, The living road constituye un salto cualitativo en el que se advierte la fascinación por voces tan dispares como las de Billie Holiday, Chavela Vargas, Cuco Sánchez, Víctor Jara o los crudos paisajes sonoros de Tom Waits. Lhasa comenzó a escribir el álbum en Marsella, mientras trabajaba con sus hermanas en una compañía de circo y teatro callejero. Y es el devenir vital, con sus angustias y piruetas, el hilo argumental de todo el trabajo.

"He sobrepasado la frontera de los 30 y, quizá por ello, concibo este disco como un intenso viaje interior", razona la autora. "Puede resultar una obra oscura y triste, pero también excitante". El último corte, This space will be too small, encierra toda una metáfora al respecto. "Al principio de todo, en el vientre materno, sientes que el espacio es infinito y tú, infinitamente diminuto. En cambio, según vas creciendo, el espacio comienza a parecer limitado e incómodo...".

Curtida en centenares de actuaciones en pequeños cafés, De Sela ha desarrollado un gran instinto para los estilos más raciales y genuinos, desde el blues al folk alternativo. En una entrevista para la británica fRoots, reveló que se forjó como cantante en un triángulo de bares de Montreal. "Cantaba a capella y luego se fueron incorporando el bajo, el acordeón y la batería. Primero actuábamos cada martes, trabajando duro para que alguien me escuchara. Y a medida que íbamos teniendo éxito, nos concedieron las veladas de los jueves...".

Lhasa actúa el próximo día 13 en La Mar de Músicas (Cartagena).

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