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Tribuna:DESDE MI SILLÓN | TOUR 2004 | Primera etapa
Tribuna
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De locos

Hoy quiero dejar de ser yo mismo, porque esto no es vida. Enciendo la tele, faltan 123 kms para la meta. Sí, he visto bien, 123, y a los corredores se les ve ya a tope. Llueve en Bélgica, el día es triste y oscuro, y la temperatura no parece excesivamente agradable para andar en bici. Es decir, las condiciones exactas para que apetezca cualquier cosa menos meterse 200 kms al cuerpo; ir al cine, a la playa o a la piscina, poner un buen disco o coger un buen libro, o por qué no, echarse una buena siesta.

Hay una escapada que lucha en vano por huir del control del pelotón. Son un grupo de irreverentes que buscan botines menores. La victoria de etapa es inalcanzable y ninguno de ellos es tan estúpido como para ignorarlo. Así que la pelea es por el maillot de la montaña, secundariamente, y por los valiosos y sagrados minutos en los que la cámara del realizador enfoca la marca comercial que llevan escrita con llamativas letras en mitad del maillot, principalmente.

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Ciclistas de plutonita

Zapeo. Sale, mientras tanto, Fernando Alonso en primera posición en Magny Cours, como era de esperar. Le sigue de cerca Schumacher y comentan que la clave de la carrera estará en la estrategia de cada escudería a la hora de hacer las paradas -sigan con la información del motor en otras páginas de este diario, que yo aquí me quedo-. En los sprints, más que en las paradas, la estrategia está en las lanzadas, pienso cuando veo que uno de los escapados sale disparado de su bicicleta en busca del suelo. No, le digo al televisor, no son éstos los lances a los que me refiero.

Pasa el tiempo y sigo zapeando. Gana Schumacher, Alonso segundo y Barrichello sale de la nada para hacer tercero. A los ciclistas ya les va faltando menos. Mejora el tiempo, comienza a olerse la meta, y los equipos de sprinters comienzan a prepararse para los lanzamientos.

Diez a meta. Me atacan los nervios. Bandazos de derecha a izquierda, frenazos, la inevitable caída. Cinco a meta, curva peligrosa. Se esprinta para frenar y... ¡uf!, ya ha pasado el peligro. Tres. Todos se intentan meter y va siendo más cuestión de codos que de piernas. Dos, curva a izquierda, guarda fuerzas en la arrancada. ¡Uno!, ¡la hora de la verdad! Y entonces -no lo hago, por supuesto- es cuando cogería el mando, apagaría la tele, y llamaría rápidamente al teléfono de urgencia de algún frenopático: ¿Dónde? En Charleroi, e id preparados que son muchos.

Pedro Horrillo es corredor del Quick Step.

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