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Reportaje:UN PAÍS DE CINE 2

'Arrebato', el insólito filme de Iván Zulueta

EL PAÍS ofrece, por 5,95 euros, la película de culto más respetada del cine español

Iván Zulueta (San Sebastián, 1943) es un caso atípico en el cine español, tan atípico como fascinante. Director del largometraje comercial Un, dos, tres, al escondite inglés (1969), que no pudo firmar por razones burocráticas sindicales (fue su productor, José Luis Borau, quien le prestó el nombre), Zulueta se refugió durante los años setenta en películas underground, cortas y largas, realizadas al margen de la industria y filmadas en súper 8 mm (A Mal Gam A, Mi ego está en Babia, Souvenir, Ventana discreta, Kinkong), en 35 mm (Masaje; Frank Stein), o en 16 mm (Leo es pardo), alternando esta actividad con la pintura, el diseño publicitario y la televisión, para la que codirigió el programa contracultural Último grito, que en opinión del director José Antonio Páramo "era casi una bomba de relojería" porque "llevaba dentro un auténtico grito de rebeldía".

"Uno de los trabajos más vigorosamente creativos de la historia del cine español"

Animados por el éxito del corto Leo es pardo en el Festival de Berlín, Augusto Martínez Torres y Antonio Gasset le estimularon a que rodase el largometraje Arrebato (1979) aunque no contaban para ello con dinero, medios técnicos ni equipo especializado. A pesar de estas dificultades, y tras múltiples incidencias durante el rodaje, la película se estrenó sin pena ni gloria, aunque su continua exhibición en circuitos paralelos acabó transformándola en película de culto. "Si fuera doblada al inglés y si sus arrebatadores comentarios sobre el sexo y la droga la hicieran accesible a las cult audiences americanas, tendría en Estados Unidos mayor éxito que en España", aseguró Ronald Schwartz, según recoge Carlos Heredero en su libro Iván Zulueta, la vanguardia frente al espejo. El director se defendía de los comentarios que insistían en el carácter vanguardista de su propuesta: "Desde luego, si la película es rara es muy a mi pesar. Las influencias o las referencias del underground americano supongo que saldrán por algún lado, pero no están buscadas de forma consciente o premeditada. Nada más lejos de mis intenciones que hacer un cine de vanguardia, porque mi deseo es comunicarme lo más intensamente posible con los espectadores del filme. Reconozco que éste puede resultar desconcertante, pero es algo que ha salido así y de manera totalmente involuntaria por mi parte".

Martínez Torres escribió sobre Arrebato: "Con una fuerte carga autobiográfica, cuenta, a medio camino entre el cine narrativo tradicional y el underground, las relaciones entre dos personajes fascinados por el cine como droga dura: el realizador de películas de terror de bajo presupuesto José Sirgado (Eusebio Poncela) y el adicto al súper 8 Pedro (Will More), cara y cruz de la personalidad del propio Iván Zulueta, especie de Doctor Jekyll y Mister Hyde de sus conexiones con el cine. Contada a través de una sucesión de flashbacks, dentro de otro flashback general, una gran parte de Arrebato se desarrolla durante la noche en que, tras finalizar el montaje de La maldición del hombre lobo, su más reciente película, José Sirgado llega a su casa y se encuentra con su ex amante argentina Ana Turner (Cecilia Roth) y con un paquete de Pedro donde le envía sus nuevas experiencias cinematográficas. Durante esa noche, en la que hay más de la heroína que llegó a separarles que del sexo que les unió, José Sirgado ve las películas y oye en una casete la explicación de cómo Pedro ha descubierto que su cámara de súper 8 se ha convertido en un vampiro más poderoso y destructor que la propia heroína. Fascinado por la experiencia de su amigo, José Sirgado abandona a Ana Turner para comprobar cómo Pedro ha muerto a manos del cine, o más bien ha desaparecido vampirizado por su cámara, y decide suicidarse también él de la misma forma". El director dijo que "Arrebato es una película tan evidentemente autobiográfica que acaba no siéndolo. En realidad me veo en los tres personajes principales...", comentario que Carlos F. Heredero prolongó: "Arrebato es una obra hecha de jirones y despojos (muy probablemente de la propia piel de Zulueta), de ráfagas y fogonazos, de interrogaciones, incertidumbres y angustias. Un discurso lleno de imágenes en las que la televisión y la cámara de súper 8 mm (que llega a cobrar vida propia) invaden de forma amenazante y progresiva las vidas de los personajes".

El paso del tiempo ha ido convirtiendo Arrebato en "un filme excepcional, uno de los trabajos más vigorosamente creativos de la historia del cine español, y sin duda el más inquietante", en opinión de Carlos Aguilar en Flash Back, corroborada por Ángel Fernández-Santos: "Es todavía Arrebato un acto de inspiración con pinta de irrepetible, una película isla, que, por debajo de su soledad, ha creado camino, ha hecho escuela y hoy nos concierne de lleno a todos, nos guste o no nos guste. Porque desde su escondite en las cunetas contagió al cine español que la siguió y a través de él sus escuetas y penetrantes imágenes se derramaron y se ramificaron en incontables películas herederas suyas". En su crítica de Cambio 16, Ramón Gómez Redondo aseguró que Arrebato es "película de una imaginería fragmentada y gestual, que da la vuelta a los signos cotidianos de nuestra civilización, Arrebato es un filme insólito y antiprovinciano sin precedentes en el cine español", coincidiendo en ello con lo publicado en Cinemanía con motivo del reestreno de la película en 2002: "Arrebato es ahora una película de culto que ha pasado ya todas las reválidas y que se mantiene, con la misma fuerza perturbadora de siempre, como el fruto más vivo y más interesante que ha dado nunca la vanguardia cinematográfica española. Sus imágenes conservan intactas su capacidad revulsiva y su vibración lírica".

Cecilia Roth, en un plano de <i>Arrebato,</i> de Iván Zulueta.
Cecilia Roth, en un plano de Arrebato, de Iván Zulueta.

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