El presidente rectifica, ¿qué hará ahora la alcaldesa?

El presidente Francisco Camps, que hace unos días anticipó al vicepresidente del Gobierno Pedro Solbes, por boca de uno de sus consejeros, que no pondría dinero para las obras de la Copa de América, ha cambiado de opinión. Ayer el máximo responsable del Ejecutivo valenciano aprovechó la tribuna de las Cortes Valencianas, para anunciar que invertirá 500 millones de euros en el evento deportivo que se celebrará en Valencia en 2007. Camps no concretó ni a qué dedicará el presupuesto ni su origen, aspecto nada desdeñable si se tiene en cuenta la precariedad financiera de las arcas autonómicas.

La noticia ha causado sorpresa después de la postura cerrada que el consejero de Economía de la Generalitat, Gerardo Camps, y la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, ambos del PP, trasladaron hace unas semanas a los representantes del nuevo Gobierno central, del PSOE, y que, en esencia, venía a decir que el Ejecutivo central pagase todos los gastos relacionados con la Copa, que la alcaldesa elevó a 1.600 millones de euros. Ayuntamiento y Generalitat aclararon a su socio que sólo se hacían cargo del pago de parte del canon de 90 millones de euros a la empresa suiza propietaria de los derechos de la competición.

La declaración provocó estupor en el Gobierno por dos cuestiones: porque el presupuesto exigido por Barberá al Ejecutivo del PSOE casi triplicaba el que antes planteó al vicepresidente del PP Rodrigo Rato y por la exigencia de los dos altos cargos del PP de que la Copa del América recibiese el mismo trato del Gobierno que la organización de las Olimpiadas de Barcelona y la Expo de 1992 de Sevilla, eventos en los que las administraciones locales y autonómicas respectivas se implicaron económicamente.

Un mes después de los primeros contactos y una vez que se ha dado cuenta de que el discurso victimista tiene un corto recorrido en política, el presidente Camps ha rectificado y ahora anuncia que la Generalitat destinará inversiones a la Copa del América, aunque muchas de ellas sean recicladas de proyectos ya puestos en marcha. El movimiento de Camps deja a Rita Barberá en una posición un poco incómoda. Es inevitable pensar que ahora le toca el turno a la alcaldesa.