Última parada: seleccionador
Las federaciones no pueden competir económicamente con los clubes y recurren a entrenadores que se encuentran ya al final de sus carreras
Ni Rafa Benítez ni el italiano Carlo Ancelotti ni el holandés Ronald Koeman ni el portugués José Mourinho, los técnicos de moda en Europa, aceptarían la llamada de sus respectivas selecciones nacionales. Los entrenadores que saborean el éxito ya no quieren fichar por el equipo que representa a su país, máximo honor en otros tiempos. O, al menos, no quieren hacerlo mientras se encuentren en pleno apogeo físico -todos rondan los 40 años de edad- y, sobre todo, económico. Cobran cifras astronómicas en sus clubes y en ellos disponen además de estructuras mucho más ágiles que en las federaciones.
¿Entrenaría a la squadra azzurra? "En estos momentos, no. Algún día sí que me gustaría", responde Ancelotti, técnico del Milan, de 44 años. La respuesta serviría para sus colegas de quinta que están en la cúspide. Las selecciones no pueden competir en el aspecto monetario con los grandes clubes y por eso suelen recurrir a técnicos que se hallan en el final de su trayectoria. La edad media de los 16 que han comparecido en la Eurocopa roza los 57 años. Los dos ejemplos más cercanos han sido los de España e Italia: Iñaki Sáez, de 61, y Giovanni Trapattoni, de 65, que han dejado sus cargos después de que sus conjuntos fuesen eliminados en la liguilla de la primera fase.
Lippi, sustituto de Trapattoni, va a cobrar un millón de euros al año. En 'la Juve' cobraba 2,5
Ancelotti: "¿Dirigir a la 'squadra azzurra'? Ahora, no. Algún día sí que me gustaría"
Del Bosque: "Es un fenómeno que no va en detrimento de los técnicos veteranos"
Michel: "En Holanda o Bélgica sería candidato, pero en España hay muchos prejuicios"
Los 20 años que separan a Benítez de Sáez o a Ancelotti de Trapattoni representan algo más que un salto generacional. Son dos formas casi opuestas de entender el oficio. Los jóvenes han comprendido el denominado fútbol-comercio, que se extiende a gran velocidad, mientras que los viejos siguen aferrados a una idea más romántica del juego. Los primeros han llegado con la maleta repleta de métodos científicos mientras los segundos siguen fiándose de la intuición.
En el caso de España no sólo ha sido su entrenador, sino la mayor parte de su equipo, los pertenecientes a la vieja guardia. Desde el médico, Enrique González Ruano, de 75 años, pasando por el preparador físico, Manuel Delgado Meco, y los ayudantes técnicos: Juan Santisteban, José Armando Ufarte y Tedoro Nieto, todos cerca de los 60. Sólo los preparadores de los porteros, Otxotorena y Jaro, y los fisioterapeutas forman parte de la nueva hornada. También el principal candidato a sustituir a Sáez responde a este retrato robot: Luis Aragonés, de 66 años, persigue la última muesca en su currículo después de una dilatadísima carrera.
El abismo que separa a los técnicos de estas dos generaciones se manifiesta de muchas maneras. Por ejemplo, si un futbolista español hubiera llegado mal físicamente al torneo de Portugal, el ojo clínico del preparador físico habría dicho: "No lo veo bien". Por el contrario, si eso hubiese sucedido en alguno de los clubes de los entrenadores modernos, se le habría sometido a todo tipo de análisis para saber realmente cuál era su estado y a qué se debía.
Otra muestra: los seleccionados españoles comían lo que querían en su hotel de concentración: tenían barra libre. Algo impensable en el Valencia de Benítez, que controlaba hasta el último detalle alimentario, sobre todo el día antes de los partidos. El doctor González Ruano se fió de la educación recibida y la profesionalidad de los jugadores, que no siempre es la más adecuada. La recuperación, la hidratación y los masajes se dejaron en parte en manos de ellos mismos. O de los fisioterapeutas personales que algunos se habían llevado consigo. Los del Valencia, el Real Madrid y el Barcelona disfrutaron de una preparación específica de la que careció el resto. Y no es que el grupo que se desplazó a Portugal fuera escaso: cinco fisios, tres médicos, dos entrenadores de porteros, cinco ayudantes técnicos... Había más extras que futbolistas. "A los jugadores les gusta vivir bien y el que les deja es cojonudo", apunta un joven preparador físico en alusión al trabajo realizado en ese sentido por la selección en la Eurocopa.
Italia tiene mucha experiencia en técnicos que han considerado la nazionale como su última parada. Antes que Trapattoni fueron Dino Zoff y Cesare Maldini, los dos mayores de 60 años. En su caso, además, había una mentalidad muy antigua del fútbol. Trap estuvo rodeado de gente de la federación, sin experiencia en los clubes. Ahora llega Marcelo Lippi, de 56 años, ex de la Juventus, que ha prometido modernizarla y que cobrará un millón de euros al año cuando en la Vecchia Signora turinesa percibía 2,5, por lo que se sospecha que el club blanquinegro le abonará la diferencia por el curso que aún tenía firmado con él.
"Sí, es un fenómeno que he observado, pero no creo que vaya en detrimento de la capacidad de estos entrenadores veteranos. Son gente avanzada", advierte Vicente del Bosque, quien recientemente se ha enrolado en el Besiktas turco tras una temporada en paro a su salida del Madrid, y que también figura entre los candidatos a sustituir a Sáez.
Por supuesto, no es que los métodos tradicionales tengan asegurado el fracaso. En la senda de los triunfos se han paseado precisamente por el torneo luso Karen Brückner, el responsable de la República Checa, que tiene 65 años, así como el alemán Otto Rehhagel, el de Grecia, que cuenta 66.
El Mago Brückner, por su pelo blanco y sus presuntas habilidades mágicas, es lo más parecido a Sáez en el sentido de que siempre trabajó en las categorías inferiores de su federación y obtuvo varios logros con la selección sub 21. No tan grandes, claro, como el sello que ha dejado con la absoluta: ha conseguido la alquimia entre los jóvenes que tanto conoce y los subcampeones europeos de 1996: Nedved, Poborsky, Smicer... Brückner apenas tenía experiencia en clubes. Lo contrario que Rehhagel, que es un clásico de la Bundesliga aterrizado en Grecia para renacer después de haber sido repudiado por el Bayern Múnich. Ahora bien, el más viejo del campeonato fue el austriaco Otto Baric, de 71, que se marchó sin que su conjunto, Croacia, diera señales de vida.
"Yo tenía interés en colocarme antes de lo que pudiera pasar en la Eurocopa", añade Del Bosque, de 53 años, contento de no haber estado esperando el triste desenlace de Sáez, a quien defiende: "Ha sufrido una presión desproporcionada. Ha elegido bien y ha tenido una idea de juego. Desde el primer día, todos cargaron las culpas sobre él y no sobre los jugadores". En todo caso, entrenar a España sería para Del Bosque un reto: "Tratas con los mejores jugadores de tu país y de los otros. Independientemente del tema económico, que no siempre resulta tan importante".
No siempre, pero sí la mayoría de las veces. "Es difícil que un técnico que esté triunfando acepte el cargo de seleccionador", reflexiona Javier Irureta, de 56 años, que ejerce en el Deportivo; "va a ganar tres, cuatro o cinco veces más en un club que en la selección. Si uno se siente joven, prefiere estar con el chándal y la dinámica diaria. Sólo desde un punto de vista romántico o sentimental podría aceptarse la oferta. El trabajo de dos años te lo juegas en tres días. Todo el país te exige muchísimo... Es como parar cuatro años. Después te cuesta volver. Casi nunca ha salido bien: Ladislao Kubala, José Emilio Santamaría, Javier Clemente... José Antonio Camacho es de los pocos que ha podido retomarlo [Benfica y Madrid]. Es muy difícil que Ancelotti acepte el cargo o Del Bosque, que se ha ido a Turquía. Parece más natural cerrar la carrera de entrenador con la selección. Es la parada final. A no ser que se trate de un técnico sin experiencia, pero que haya sido un gran jugador, como el rumano Gica Hagi, el holandés Frank Rijkaard o el alemán Rudi Völler, que ni siquiera tiene el título".
Irureta apunta a otro perfil que se ha dado en los últimos años. El del ya dimitido seleccionador alemán, Völler, el más joven de la Eurocopa, con 44 años. Forma parte de la cultura germánica, en la que Franz Beckenbauer ya entrenó sin carnet a la Mannschaft. Algo similar a lo de Rijkaard en Holanda o Michel Platini y quizá en breve Laurent Blanc en Francia. Todos grandes ex futbolistas sin callos de entrenador. También es el caso del ex madridista Michel, de 41 años, a quien le encantaría dirigir a España: "¿Inexperiencia? Soy de los diez jugadores más veces [66] internacional y de los diez con más partidos en el Madrid. En Bélgica, Holanda o Rumania sí sería un candidato para entrenar a la selección, pero aquí hay muchos prejuicios, por lo que la opción es remota. Sí veo una tendencia a buscar entrenadores en una fase descendiente de su carrera".
Una tendencia que admite variantes en los casos de Francia e Inglaterra. La selección francesa eligió otra vez a un técnico de perfil bajo, como ya lo fueron Aimé Jacquet y Roger Lemèrre, sin apenas historial en clubes. Jacques Santini, de 52, llegó a dirigir a les bleus con un currículo escaso -ganó la Liga con el Lyón en 2002- y los ha utilizado como trampolín para impulsarse, darse a conocer en el exterior y fichar ahora por el Tottenham, inglés.
En cambio, el sueco Sven-Goran Eriksson, de 56, sí viene de una larga y brillante trayectoria. Firmó con Inglaterra en 2001 y su contrato se alarga hasta 2008. Ha ganado títulos en Suecia -la Copa de la UEFA, con el Goteborg, en 1982- e Italia -la Recopa, con el Lazio, en 1999- y los ha rozado en Portugal -perdió la final de la Liga de Campeones con el Benfica en 1991-.
En la primera semifinal de la Eurocopa se van a enfrentar dos de los entrenadores más contestados en sus propios países. Dick Advocaat, de 56, ha sido abucheado por la afición holandesa cada vez que su cara aparecía en las pantallas de los estadios. Antes, El Pequeño General disfrutó de un exitoso paso por el PSV Eindhoven y el Glasgow Rangers, escocés, además de haber llegado a los cuartos de final en la Copa del Mundo de Estados Unidos 1994 con el combinado naranja. Un año menos tiene el brasileño Luiz Felipe Scolari, Felipão, que se ha ganado a golpe de victorias y de populismo la estima de los portugueses después de que fuera recibido con animadversión. Conquistó la Copa Libertadores con el Gremio y el Cruzeiro antes de salir campeón del mundo con Brasil en la cita asiática de 2002.
Todos ellos, sin embargo, están alejados de la nueva generación, que ha conquistado las principales Ligas europeas sin alcanzar los 45 años. Mourinho, de 41, y Benítez, de 44, serían sus principales figuras. Ambos comparten una gigantesca confianza en sí mismos que roza la arrogancia, han acumulado gran cantidad de estudios para acercar la ciencia al fútbol y han sido captados por la poderosa industria inglesa, que les ha ofrecido sueldos de vértigo: el Chelsea a Mourinho y el Liverpool a Benítez. Ambos, por supuesto, venían de ganarlo todo en sus Ligas y en Europa.
A esta quinta pertenecen también el vencedor del campeonato alemán con el Werder Bremen, Thomas Schaaf, de 43 años; el del francés con el Lyón, Paul Le Guen, de 40; y el del italiano con la Juve, Ancelotti. No ganó nada este curso, pero sí cautivó Europa con el Ajax el anterior, Ronald Koeman, de 41. Si se les preguntase, todos dirían lo mismo: "Algún día, mucho más adelante, me gustaría entrenar a mi selección".
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