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Columna
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Empresarios entre copa y liga

Zaplana es un episodio tan desdichado e irrepetible en la política valenciana que sus empresarios están como huérfanos, desorientados, presos en el desaliento de un síndrome de indecisa terapéutica

Otra vez el verano

¿Los veranos son más calurosos desde que se ha generalizado el uso de los artefactos domésticos contra el calor? Aun no hace tantos años que el rigor de los veranos llegaba de una manera más suave, mayo se despedía con lluvias, en junio se podía respirar a la espera de un mes de julio templado y hacia mediados de agosto refrescaba por las noches a la espera de las tormentas de septiembre. Como tantas otras cosas, el calor padece también del límite de las fechas, de manera que hay en la estadística una cierta restricción: siempre se trata del verano más caluroso... desde hace medio siglo. Se ignora qué diablos pasó en esa fecha remota para que el verano fuera insoportable, pero lo cierto es que la pesadilla del aire acondicionado convierte el exterior en un infierno y los interiores en una legión de bacterias hambrientas. Y el organismo propio, cuando subsiste, en un sudoroso recipiente de desconcierto.

¿Copa del América o Liga?

Cuesta creer que la legendaria laboriosidad del empresariado valenciano y su carácter emprendedor no disponga de un par de miles de millones de euros de nada para hacer de su copa un sayo y meterse hasta las cejas en ese gran proyecto de la Copa del América que va a cambiar la faz de la ciudad de Valencia según se la ve desde la mar. No está claro a santo de qué nuestros heroicos capitanes de empresa arrugan algo más que la nariz ante un proyecto tan emblemático, ni tampoco las razones que aconsejarían como estrategia tirar balones fuera, como a más de trescientos quilómetros de distancia en dirección norte, para sugerir trueques a treinta, sesenta o noventa legislaturas entre el gobierno central y el cada vez menos periférico gobierno de la Generalitat catalana. Sobre todo cuando recurren a Madrid para que se pringue en un grandioso asunto que parece todavía envuelto en brumas portuarias.

Marihuana para todos

Parece que los partidos más o menos de extrema izquierda han decidido emporrarse resueltamente, medio para hacer más llevadero su fracaso electoral, medio para birlarle un puñado de votos al Partido del Cannabis, octavo partido más votado en las pasadas elecciones europeas. De seguir creciendo a ese ritmo, se ignora qué otra medidas de gobierno adoptaría ese curioso partido. En los espacios televisivos de la pasada campaña electoral, las imágenes apenas suministraban otra información que la que pueda deducirse de un grupo de jóvenes, solos o en compañía de otros, que se ponen ciegos con el humo de los porros ante los focos de las cámaras, así que hasta puede dudarse de la efectividad de un gobernante cuya prédica parece ser ponerse lo más relajado posible cuanto antes, aún a costa de desarrollar a plazo medio una enfermedad pulmonar obstructiva crónica.

Otro aniversario

Por aquí ya nadie, salvo quizás Enric Benavent, relee a Anton Chejov, del que se cumplen estos días no recuerdo ya qué otro aniversario. Y, sin embargo, justo es decir que sin sus creaciones escénicas no habría existido el memorable Teatro del Arte de Stanislavsky, ni su famoso método. Ni tampoco el Actor's Studio neoyorkino, ni la simulación de vacilaciones interpretativas de Marlon Brando, ni la mirada desarmante de Al Pacino ni el patético intento de Marilyn Monroe por convertirse en una actriz de provecho. El poso del imaginario colectivo del siglo pasado, que todavía asoma tras cada esquina, debe mucho a Chejov por el atajo de las maneras del cine, pero también están en deuda los que todavía confían en las profundidades abismales del teatro. Además de haber convertido el formato breve del relato corto en una colección de auténticas perlas maestras. Pues eso.

Juan Pablo II, el Beatificador

Este Papa que ya sólo se mantiene en pie con la ayuda de Dios y de los fármacos parece resuelto a beatificar a todo aquel que encuentre a tiro entre las víctimas beatas de la guerra civil. Parece que va ya por los quinientos, y ahora se dispone a beatificar a 64 más de una sola tacada, con lo que bien puede decirse que llegará hasta los mil por lo menos a poco que su papado sea moderadamente eterno. Que se sepa, entre los beatificados no se encuentra ni uno solo de esos infelices que fueron asesinados por los matones falangistas en las zanjas aldeanas durante las primeras semanas de posguerra. El Papa creerá acaso que ya alcanzaron su gloria merecida, por rojos y por defender la legalidad republicana. Es una opinión, poco respetable por cierto. Pero no siquiera ese desdén selectivo le autoriza a sermonear a Rodríguez Zapatero sobre planificación familiar o educación laica. Que se embronque con los suyos, que bastantes motivos tiene.

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