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Reportaje:

Esquerra se profesionaliza

El más antiguo partido catalán se adapta a su condición de fuerza de gobierno

Enric Company

Cambio de tiempo, cambio de traje. Esquerra Republicana ha dejado atrás el largo invierno, las décadas en las que estuvo reducida a la condición de pequeño partido fuera del poder. Ahora vive una nueva primavera, como la de sus primeros años, cuando se convirtió en el partido de gobierno de la Generalitat. El congreso que ERC celebrará este fin de semana en Lleida va a adaptar su estructura directiva a la nueva situación. El cambio tiene un nombre: profesionalización.

Esquerra es hoy un partido con 9.000 afiliados. Su presupuesto asciende a 2,1 millones de euros. Tiene 8 diputados en el Congreso, donde es el cuarto grupo; 4 senadores; 23 diputados en el Parlament, donde es la tercera fuerza; 1 eurodiputado, 6 miembros en el Gobierno catalán, entre los que está el conseller en cap; 30 alcaldes, y unos 1.500 concejales.

Todo esto es mucho. Pero es más si se compara con lo que ERC tenía hace cuatro años. Y es mucho más todavía si se atiende a su posición relativa en el escenario político. De ser como fue durante muchos años un simple satélite de Jordi Pujol, Esquerra ha pasado a la condición de complemento necesario para formar mayoría de gobierno tanto en Cataluña como en España, y a ejercer estas responsabilidades.

Todo esto requiere una buena gestión política, pero también organizativa. La estructura que ha servido para que el partido diera este salto está sobrepasada. En particular, el comité ejecutivo tiene una composición inapropiada a esa tarea. Es un órgano con 40 miembros, que se reúne una vez al mes, al atardecer, cuando los dirigentes han salido del trabajo. Simplemente, no es funcional.

Las adaptaciones requeridas por el crecimiento y las nuevas responsabilidades del partido no son las únicas. Hay otras, fruto de la inadaptación de los cargos que ocupan sus dos principales dirigentes, Josep Lluís Carod y Joan Puigcercós, a su función política real y efectiva. Carod es secretario general y debiera ocuparse tanto de aplicar la política general del partido de puertas afuera como de dirigir la organización de puertas adentro. Pero todo el mundo sabe en Esquerra que a Carod no le interesa la dirección diaria de la estructura del partido. A quien sí le interesa es a Puigcercós, portavoz de ERC en el Congreso, y que se dedica a ello con reconocida eficacia.

Al congreso de ERC se le propone aprobar una reorganización de la dirección para reconocer la situación de hecho en la cúpula. Una dualidad funcional y política: una presidencia con funciones políticas a la medida de Carod y una secretaría general con responsabilidades político-organizativas a la medida de Puigcercós. Éste será el tique que se someterá a la elección de los 1.900 afiliados que se han inscrito para el XXIV Congreso.

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Esta clarificación va acompañada por la propuesta de suprimir las cinco vicesecretarías generales, ocupadas por Josep Huguet, Carles Bonet, Ernest Benach, Carmel Mòdol y Carme Porta. En su lugar se propone crear dos vicesecretarías de bajo perfil político dependientes de la secretaría general y una secretaría de coordinación institucional dependiente de la presidencia. En esta última estarán los portavoces de ERC en el Parlament (Huguet), el Congreso (Puigcercós), el Senado (Bonet), un miembro del Gobierno (Bargalló) y el presidente del Parlament (Benach).

La propuesta es que el nuevo comité ejecutivo esté formado por los titulares de todos estos cargos más 10 secretarios de área y los presidentes de las 10 demarcaciones territoriales. De entre ellos se elegirá a un portavoz, el cargo que ha ejercido el diputado Joan Ridao. Un diseño pensado para que todos los cargos sean ocupados por profesionales de la política, que puedan reunirse los lunes por la mañana como hacen todos los partidos.

La adaptación a la nueva situación no termina aquí. Los asistentes a este congreso han de decidir si aceptan que sea el último de carácter asambleario. Desde su fundación en 1931 todos los afiliados de Esquerra tienen derecho a asistir al congreso. Esta herencia viene de la buena relación existente entre ERC y el movimiento libertario en la década de 1930. Es un modelo que complica la adopción de acuerdos. La actual dirección ha dado el paso de proponer que ERC renuncie al asamblearismo y celebre sus congresos por el sistema de delegados.

Para vencer la resistencia de los militantes que no quieren renunciar a este privilegio histórico, la dirección ha ofrecido algunas contrapartidas. Una de ellas es que, si se aprueba esta reforma, el presidente y el secretario general sean elegidos en el futuro por sufragio universal libre y secreto de los afiliados.

Hay más contrapartidas, pues todos los militantes podrán asistir al congreso como invitados, y el 15% de los afiliados pueden convocar referendos internos.

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