Otra vez Gibraltar
La visita de la princesa Ana de Inglaterra prevista para esta semana a Gibraltar, coincidiendo con los actos conmemorativos del tricentenario de la conquista de este territorio a España, ha supuesto la protesta del Gobierno español, que no ve con buenos ojos la presencia real británica en este enclave colonial asentado en suelo andaluz. Según lo manifestado por el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, se trata de un gesto inoportuno si se tiene en cuenta que se aspira a retomar el diálogo entre España y Reino Unido en torno al futuro del Peñón, y más en concreto en torno al plan de soberanía compartida, propuesta que no gusta nada a los llanitos.
La actitud de Moratinos se puede considerar como absolutamente lógica. Forma parte del manual de conducta existente en la diplomacia española respecto a todo lo concerniente a Gibraltar. Sin embargo, parece que es mucho decir que se pretende reanudar el diálogo cuando hasta el momento el primer ministro británico, Tony Blair, parece poco dispuesto a ello, máxime después del relevo que se ha producido en la Moncloa. En fin, que estamos donde siempre, a pesar de que el Ejecutivo de José María Aznar se encargó de generar lo que fueron falsas expectativas de un inminente acuerdo histórico entre ambos países que nunca llegó. Pero, miren por dónde, tal vez de este contencioso último se pueda sacar algo en claro. Y es que, de nuevo, servirá para recordar los reiterados anuncios, tanto del Gobierno central como del andaluz, de planes inversores multimillonarios en la comarca que se quedan en eso, en meros anuncios que, al final, lo que hacen es sembrar aún más el escepticismo en una zona ya de por sí castigada por el paro y el subdesarrollo económico en general. Así que nunca es tarde para recordar compromisos adquiridos, ponerlos al día y presentar realidades de una vez por todas, dotando a la zona de los equipamientos e infraestructuras prometidos sin pudor por unos y otros durante años.
Al margen de esta previsión, lo cierto es que se entra en una semana con una agenda política muy cargada. A saber, pleno extraordinario del Parlamento andaluz donde se votará sobre la retirada de los recursos presentados en su día ante el Tribunal Constitucional relacionados con la financiación autonómica, aunque se mantendrán, en cambio, aquellos relativos a la llamada deuda histórica; sesión de control del Gobierno andaluz, con preguntas de la vicepresidenta del PP, Teófila Martínez, y transformación de la Comisión de Desarrollo Estatutario en una de carácter legislativo de donde saldrá la ponencia para la reforma del Estatuto. Aquí la mayor noticia será la presencia en la misma de los representantes populares, los mismos que antes no querían saber nada de este debate por considerarlo poco menos que atentatorio contra la unidad de España.
Y, por si fuera poco, el congreso federal del PSOE. A él acuden los socialistas andaluces con una consigna clara. Pasar por humildes y colaboradores de José Luis Rodríguez Zapatero antes que como prepotentes que reclaman su cuota de poder haciendo valer el respaldo de votos conseguido. Con todo, se da por hecha la inclusión en la nueva dirección resultante, al menos, del diputado gaditano Alfonso Perales quien, tras su marcha del Gobierno andaluz, se ha convertido en una especie de consejero sin cartera de Chaves en Madrid. En cuanto a los andalucistas, hay que estar pendientes del tipo de congreso que convocará para octubre el Consejo Andalucista y, también, a quiénes designa para la comisión organizadora. Ahí se visualizará un primer pulso entre los seguidores de Antonio Ortega y del llamado Nuevo Andalucismo.
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