Todos contra Beckham
El capitán de Inglaterra sufre un aluvión de críticas por su pobre juego, rematado con su tercer penalti consecutivo fallado con la selección
Beckham, héroe legendario de tantas batallas imaginarias, se convirtió el jueves por la noche en el villano del fútbol inglés. Su pobre rendimiento en la Eurocopa, en la que ha exhibido un fútbol considerado "vulgar" por la exigente crítica local, y el tercer penalti consecutivo que falla con la selección de Inglaterra -erró uno frente a Turquía en el último partido clasificatorio y otro contra Francia- han hecho caer de la vitrina al niño mimado que cambió el Manchester United por el Real Madrid. Para su desgracia, su evidente baja forma ha coincidido con el nacimiento de un nuevo mito, el imberbe Rooney, que amenaza con arrebatarle a una velocidad de vértigo el pedestal mediático y cuya retirada por lesión en el choque ante Portugal fue letal para Inglaterra: sufre una fractura del metatarso del pie derecho y estará seis semanas de baja.
'The Independent': "Los meses más miserables en su vida se deslizan hasta el patetismo"
Rooney, feo, bajito, rechoncho..., pero con toneladas de fútbol, amenaza con destronarle
Mientras Rooney era llorado por los medios, Beckham se vio ayer en la necesidad de proclamar que no piensa dejar la capitanía de Inglaterra como le pidió parte de la prensa. "Soy el capitán y no voy a dimitir de ese cargo porque estoy orgulloso de él", proclamó con cara y voz de ofendido durante una breve conferencia de prensa en Lisboa poco antes de viajar de regreso a su país. Las críticas contra él sólo fueron superadas por los desprecios hacia el árbitro, Urs Meier, descrito por los tabloides como "un tendero suizo" que robó el partido a Inglaterra al anular un gol a Campbell en el minuto 89 del partido.
"Becks lo revienta otra vez", tituló el vespertino londinense Evening Standard. "La contribución de Beckham ha sido mucho sudor, ninguna inspiración y dos penaltis fallados", escribió. The Independent sostuvo en su crónica de primera página que Inglaterra vuelve a casa "después de una noche con un desastre detrás de otro y los meses más miserables en la vida de Beckham se deslizan hasta el patetismo". The Sun hizo un cruel juego de palabras en el que llamó bobo lo mismo a Beckham que a la hierba del estadio Da Luz, en alusión a que el jugador justificó su fallo en el penalti por el mal estado del césped. "Beckham no debería lanzar un penalti nunca más", proclamó el cronista antes de comparar el lanzamiento del madridista con el golpe que le da a la bola un jugador del golf para salir de un banco de arena.
Para la normalmente mesurada BBC, la actuación del gran ídolo del fútbol inglés en la Eurocopa ha sido "una inmensa decepción" y criticó que pareciera "un agotado peso ligero, escondido en los laterales en vez de mandar en el encuentro". El comentarista destacó que Beckham sólo ha jugado 41 partidos con el Madrid esta temporada -una cantidad modesta al lado de los acumulados por sus compañeros de la selección- y descartó que su pobre rendimiento en Portugal se deba al agotamiento acumulado. "No" concluyó; "la brutal realidad es que parecía que la enjundia de ciertos partidos era demasiada para Beckham y su estatuto como héroe futbolístico nacional le ha sido arrebatado por Rooney".
En un entorno futbolístico que acostumbra a dar bandazos de un extremo al otro, el futuro de Beckham como icono mediático es una incógnita. De sus anteriores caídas le ayudó a levantarse su progreso hacia la madurez como futbolista y la ausencia de rivales. Pero ahora está Rooney, un chavalote de Liverpool que no tiene ningún carisma mediático, pero que representa la perfecta imagen del hincha inglés. Feo, ningún asomo de amaneramiento, ningún interés por la peluquería o la moda, toneladas de fútbol y de clase obrera en los genes y un cuerpo bajito, rechoncho y blanco que parece la perfecta representación de un hincha de barrio tomando pintas de cerveza y hablando de fútbol y de mujeres en el pub de la esquina. Perfecto para convertirse en el nuevo dios de los tabloides. A rey muerto, rey puesto.
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