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Columna
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PSC-PSOE

Algo debe estar haciendo bien Maragall en Cataluña para que los ciudadanos hayan votado al PSC como lo han hecho en las elecciones europeas. Pero el líder del PSC parece decidido a pedir que se le pague la aportación que suponen sus votos al total de los conseguidos por el PSOE y, así, se ha descolgado proponiendo que el PSC tenga grupo propio en el Congreso a las pocas horas, por cierto, de sus consideraciones a propósito del plan Ibarretxe. Maragall está de gira y ha venido a Andalucía donde las cosas se ven de muy distinta manera a como se ven en Cataluña.

Aquí, el presidente Chaves, que es además secretario general de los socialistas andaluces y presidente del PSOE, tiene claro que los planes de Maragall están lejos de los suyos, sobre todo si el dirigente catalán se separa cada vez más del compromiso autonomista de Santillana y llega a asegurar que el plan Ibarretxe y la propuesta catalana de reforma del Estatuto son la misma cosa por diferente camino.

El presidente Chaves fue, por cierto, quien habló antes que nadie, y justo es recordarlo, de la necesidad de plantear la reforma del Estatuto. Como todo el mundo recordará fue en el debate de investidura del año 2000, es decir cuando todavía nadie había intentado ese discurso. El presidente Chaves, digo, tiene otros planes cuando asegura que la reforma del Estatuto Andaluz, "por lo que representa Andalucía en el conjunto del Estado, debería ser el modelo de reforma estatutaria para el resto del Estado", y también ha dicho, ahora y en todo momento, que rechaza la asimetría, aunque sí acepta que "todas las comunidades no tienen por qué tener las mismas competencias; lo que nos iguala", dice Chaves, "es que tenemos derecho a tener las mismas competencias". Dos que están en el mismo partido, ¿acaban siempre entendiéndose? No siempre. Lo cual no es ni bueno ni malo pero puede no tener remedio y eso sí que puede plantear problemas.

Maragall vive su momento presión agarrado a los votos del PSC y si éste es el principio de un desencuentro serio con el PSOE y una revitalización de las nunca fáciles relaciones entre ambos, se verá. No sería lo mejor que podría pasar, por eso, entre otras cosas, es tan importante que, a pesar de sus diferencias, sean buenas las relaciones entre el presidente andaluz y el escurridizo Maragall.

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