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Reportaje:Eurocopa 2004 | El desordenado regreso de la selección

Desbandada general

Sólo siete jugadores vuelven en la expedición oficial del equipo, entre increpaciones de los pocos hinchas que les recibieron en Madrid

"¡A la obra, a la obra!". Carlos Marchena, el primero de los siete únicos internacionales (Baraja, Cañizares, Torres, Joaquín, Juanito y Valerón) que apareció ayer por la tarde en Barajas, procesaba sin terminar de créerselo las palabras que escuchaba por el pasillo de la terminal: "¡Qué dice esta gente...yo así no voy a decir nada!" Unos cincuenta aficionados se dividían entre los que increpaban: "¡Dádles con las cámaras, han hecho el ridículo!" y los que les defendían y les pedían autógrafos: "No les hagas caso, Fernando, que lo habeís hecho muy bien". Antes, por la mañana habían aterrizado Casillas, Morientes, el seleccionador Iñaki Sáez, Raúl Bravo y Albelda. Los vascos, Xavi Alonso, Aranzubia y Etxeberria, viajaron por carretera a Vigo y desde allí a Bilbao. Los gallegos se trasladaron también por sus propios medios desde Oporto. Ángel Villar, el presidente de la Federación, viajó en el avión oficial, el que aterrizó a las ocho en Madrid, acompañado del directivo Pedro Cortés y del segundo entrenador Juan Santisteban.

Casillas: "No ha sido un fracaso, ha sido una jodienda. Ahora hay que irse de vacaciones"
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Era el equipo de la gente

Una desbandada general en toda regla. El pasado domingo todos quedaron en regresar juntos. Unidos como se marcharon. Pegados como cuando escuchaban el himno en los partidos. Pero ayer cambiaron de idea. Raúl se fue al Algarve a disfrutar de las vacaciones con su mujer e invitado por Figo. "La idea era volver todos juntos, pero después de la decepción empiezan las vacaciones y cada uno se lo ha montado a su aire".

"No ha sido un fracaso, ha sido una jodienda", comentó Casillas, uno de los que adelantó su regreso y viajó directamente desde Lisboa. "Portugal ha sido superior y nada más", concluía con su habitual franqueza el portero. Morientes, sin embargo, tuvo la deferencia de pelotear en los pasillos con unos chavales, pero no la de hablar con los medios. Una actitud idéntica a la del obstinado silencio con cara de enfado de Torres y Baraja. Ambos empujaban sus carritos con el ceño fruncido y dejando que las preguntas les resbalasen.

"Hay que olvidar, irse de vacaciones", fue la receta consoladora que prescribió Casillas. Una consigna que 24 horas después de la derrota ante Portugal pareció anunciada a toque de corneta. La decepción, "hemos dormido muy mal y la cena fue un velatorio", reveló Joaquín, fue sustituida por la dispersión estival.

Cañizares, muy astuto, regateó a la prensa con el sencillo procedimiento de aguardar a que Torres saliese. Valerón, se excusó alegando que el ambiente no era el adecuado aunque confesó, con una sonrisa, sentirse "mal".

Joaquín, que fue el que más se explayó con la prensa y los aficionados, reconoció "que la eliminación de la Eurocopa es un palo complicado de asumir". Pero el centrocampista bético insistió en que toda la expedición ha estado y está "a muerte con Sáez". El jugador, seguido por su novia que se perdía entre una nube de fotógrafos ansiosos, explicó: "El seleccionador tiene que seguir. Él no es el culpable de lo que ha pasado, además fue él quien nos llevó a la Eurocopa. Ahora hay que seguir adelante".

Para el bético la clave de la eliminación no fue "del todo" el partido contra los helenos. "El encuentro ante Grecia fue parte de esta situación pero no fue determinante. Aquello tenía arreglo pero después teníamos otro encuentro y si no hubiéramos perdido el partido contra Portugal estaríamos ahora mismo en cuartos".

Juanito, con cara de circustancias, también se paró el minuto de rigor ante los pocos aficionados que esperaban desde hacía más de dos horas, el retraso que acumuló el vuelo. "De lo que más ganas tengo es de que acabe esta situación". Caras largas y pocas ganas de hablar, en definitiva una diáspora en toda regla del combinado nacional. Ninguna voz de apoyo, tan sólo unos cuantos gritos preadolescentes, y varias de recriminación. Una triste vuelta a casa, aliviada por la presencia de novias, mujeres e incluso hijos, en el caso del guardameta Santiago Cañizares. Los jugadores piensan ya en organizar sus vacaciones tal y como reconoció Joaquín: "Ya sólo nos queda descansar".

Raúl Bravo aguarda a embarcar en Lisboa encaramado a una de las vallas de protección del aeropuerto.
Raúl Bravo aguarda a embarcar en Lisboa encaramado a una de las vallas de protección del aeropuerto.ULY MARTÍN
Casillas y Cañizares se despiden en el aeropuerto de Lisboa.
Casillas y Cañizares se despiden en el aeropuerto de Lisboa.ULY MARTÍN / MIGUEL GENER
Joaquín, junto a su novia, hace un gesto de despedida a los aficionados en Barajas.
Joaquín, junto a su novia, hace un gesto de despedida a los aficionados en Barajas.

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