La cúpula del PSC advierte de que el partido necesita una "renovación"

La reivindicación de un grupo parlamentario propio no sólo es una vieja idea que el PSC, y en especial Pasqual Maragall, desempolva de forma intermitente. Fue también una realidad durante la transición política, en la legislatura de 1977 y en la que arrancó en 1979. Esta autonomía parlamentaria terminó tras el golpe del 23-F, con un cambio en el Reglamento del Congreso.

Maragall no dejó ayer de recordarlo. "La derecha española que representaba el pasado", dijo, obligó a los socialistas a realizar "gestos" que neutralizaran los temores que flotaban en el ambiente. "Pero han pasado 20 años y ahora debemos mirar hacia adelante", añadió Maragall, partidario de abrir "una nueva etapa" y que llamó a "renovar" el partido y a "implicar" a más gente para ganarse la complicidad ciudadana. El ministro y primer secretario del PSC, José Montilla, dijo que había que renovar el discurso municipalista, aunque apostó por el alcalde de Barcelona, Joan Clos.

El presidente catalán reitera la idea del grupo propio a las puertas del Congreso del PSOE y del PSC, ambos en julio. El mensaje llega también cuando en Barcelona aún resuena la firmeza con la que la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, rechazó el plan Ibarretxe "en el fondo y en la forma". Maragall se desmarcó del plan vasco en la "forma", pero declaró que la reforma del Estatuto catalán es "sustancialmente parecida en el contenido".

Ayer, el consejero de Relaciones Institucionales, Joan Saura, interpretó en Catalunya Informació que "Cataluña no renunciará a ningún tipo de ambición política", siguiendo su propia vía. Artur Mas (CiU), insistió en que el PSOE "controla desde Madrid lo que el PSC hace en Cataluña".