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Etxeberria muestra su juego pictórico con la figuración y la abstracción

El artista presenta una treintena de acrílicos sobre tela de los últimos cinco años

Aitor Etxeberria (Mendaro, 1958) pintó durante una época tantos paisajes, hizo tanta pintura por encargo, que se cansó de mirar la realidad con ojos artísticos y ha acabado por darle la espalda. No le interesa pintar ni un horizonte, ni el desnudo de una mujer, sino figuras que él mismo ha creado. Hace así primero escultura, para llegar después a la pintura. El resultado de su trabajo puede verse en la Galería Kur de San Sebastián, que presenta hasta el próximo 30 de junio una treintena de piezas a medio camino entre la figuración y la abstracción.

"Siempre he pensado que en pintura, el tema es una excusa", dice mientras recorre la galería Kur (Paseo de la Zurriola, 6). "Todo puede dar pie para realizar un cuadro. Pero de alguna manera, yo prefiero tomar como punto de partida un objeto con el que me identifico, un tema que yo he creado, que es mío y conozco bien. Cojo por ejemplo un cartón y construyo un cucurucho. Luego pinto un cuadro a partir de su figura". Aitor Etxeberria, Medalla de Honor XVII Premio BMW de Pintura en 2002, tiene el taller de su caserío de Mendaro ocupado por familias de figuras que ha creado a su antojo, como parte de un juego para hacer ver al gran público que la abstracción y la figuración pueden llegar a confundirse con gran facilidad.

Figuras

"En el momento en el que fui pasando del paisaje a la abstracción pensé que no había tanta diferencia entre la figuración y la pintura abstracta", cuenta el artista. "Pero la gente que venía a ver mi pintura sí. Entonces me planteé este juego. Pintaba formas reales, que no tenían ninguna función ni ningún nombre. Para mi el resultado en un cuadro figurativo, pero para la gente, que no conocía el tema, que no lo tenía delante, era abstracto".

Ese juego pictórico queda bien reflejado en las paredes de la galería Kur donostiarra. Allí exhibe una treintena de obras, en su mayoría acrílicos sobre tela, que narran sus últimos cinco años de trayectoria. La más antigua, de 1999, es un paisaje de líneas geométricas que ya vira hacia la abstracción y confunde al visitante. "Me han dicho de todo. Hasta que parece la imagen de un motorista". En las paredes de la sala se suceden primero piezas con tonos grises donde las formas son más evidentes. Luego, poco a poco, el artista guipuzcoano deja fluir su pincel hasta deformarlas y caricaturizarlas. Así, hasta acabar en un proceso de deconstrucción en el que surgen con fuerza el blanco y los colores pastel.

Aitor Etxeberria, pintor autodidacta que dio sus primeros pasos dela mano de un familiar grabador , no vive del arte. Trabaja como diseñador, haciendo dibujo técnico en una empresa del sector de la máquina herramienta, disciplina que dice, no ha influido en su labor artística. "Podía haber vivido de la pintura si hubiese seguido aceptando encargos, pero no me apetecía continuar así. Al final, sufría pintando", reconoce. "Porque ten encuentras con que no te queda más remedio que hacer cuadros para que a la gente le gusten", explica. Y precisamente lo que ha encontrado, lo que le atrae a este artista de la creación plástica, es la libertad. La libertad que le permite por ejemplo, coger los programas de mano de un concierto dedicado a Chaikowsky y utilizarlos como soporte para pintar los movimientos musicales tal y como él los ha imaginado.

Etxeberria no es un creador al que le guste en exceso la vertiente más comercial de la pintura. Ha participado en diversas exposiciones, tanto colectivas como individuales, pero hasta ahora nunca había protagonizado una muestra de estas dimensiones. También es cierto que no lo había intentado dice que, básicamente, por falta de tiempo. Y probablemente también algo por timidez. Kur es, de hecho, la primera sala en la que se presentó para ofrecer su trabajo y será, según dice, "el comienzo de una nueva etapa".

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