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Reportaje:

¿Sirven de algo las encuestas del CIS?

Los jefes del Centro de Investigaciones Sociológicas defienden su utilidad, y el PSOE propone suprimir sus sondeos electorales

Francisco Peregil

El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) pronosticó que 76 de cada 100 españoles votarían en las elecciones europeas. Diez días después, sólo votaron 46 de cada 100. El error fue de 30 puntos, algo sin precedentes en los 27 años de trayectoria democrática del CIS.

También auguraron los técnicos de este organismo público que el PSOE iba a aventajar al PP en 10 puntos de diferencia, pero sólo lo rebasó en dos. A raíz de eso, el portavoz del PP en Cataluña, Josep Piqué, pidió la dimisión del recién nombrado presidente del CIS, Fernando Vallespín.

El secretario de Organización del PSOE, José Blanco, declaró que el CIS no debería hacer encuestas electorales, porque eso, según Blanco, corresponde a los partidos. "El CIS debe dedicarse a trabajos de investigación, que además los hace muy bien", manifestó Blanco.

"Ahora, nuestro principal objetivo es la transparencia", afirma Fernando Vallespín
No existe otro centro de encuestas sociológicas financiado totalmente por un Estado

Una vez más, la sombra de la sospecha, de la manipulación y sobre la "cocina" de los datos se ciernen sobre este organismo, que ocupa tres plantas en una calle cercana a la plaza de Cibeles y a la Puerta de Alcalá. En ese edificio se cuecen las madres de todas las encuestas, los sondeos más caros de España..., y los más polémicos.

Cuando se creó este organismo en 1963 bajo el nombre de Instituto de Opinión Pública, ya era una institución pionera en Europa. Pero ya empezaba también su leyenda de organismo habitado por una especie de brujos cuya misión era ofrecerle al jefe del Gobierno los datos necesarios para conocer en cada momento las opiniones de la sociedad para ganarse su favor y perpetuarse en el poder.

En 1977 adquirió su nombre actual. Doce años después entró en vigor la ley por la que el Centro de Investigaciones Sociológicas quedaba obligado a dar cuenta de sus encuestas políticas a los grupos parlamentarios, a almacenarlas y a difundirlas.

Ahora, el PSOE pretende culminar esa carrera hacia el juego limpio y la transparencia entregando a los partidos políticos las matrices de la encuesta, "las tripas" con que se cocina el resultado. Ahora, el secretario de Estado de Relaciones con las Cortes no presenta en La Moncloa los resultados de las encuestas. Además, el PSOE se ha comprometido a que los presidentes del CIS sean elegidos por consenso en el Parlamento y que su mandato dure más allá de los cuatro años de una legislatura.

"Mi misión es pilotar la reforma de esta casa para convertirla en una institución independiente y de transparencia absoluta como pueda ser el Defensor del Pueblo", asegura el presidente del CIS, Fernando Vallespín, catedrático de Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma de Madrid y antiguo vicerrector de la misma.

Pero ha sido precisamente tras el anuncio de esas buenas intenciones cuando el Centro de Investigaciones Sociológicas ha cometido uno de los errores más garrafales de su trayectoria. Vallespín ha solicitado ya comparecer en el Parlamento el próximo martes 29 de junio para ofrecer una explicación de lo sucedido.

En el PSOE ha habido quien ha pedido que no se hagan más sondeos sobre intención de voto. Pero Vallespín, el presidente del CIS, no cree que eso vaya a cuajar. "Desde 1977 se viene dando en el CIS la repetición de preguntas cuyo valor radica en la constancia. Nos ofrece un retrato de la sociedad española fascinante. Si se renuncia a la estimación del voto, se rompe la serie. Y yo creo que no se va a hacer".

La catedrática especializada en análisis electoral Pilar del Castillo, directora del CIS entre 1996 y el año 2000 y después ministra de Educación y Cultura, tampoco cree que este error deba afectar lo más mínimo al funcionamiento del Centro de Investigaciones Sociológicas.

"Las personas que trabajan en el CIS llevan mucho tiempo ahí. Son muy valiosas y honestas. Hacen un trabajo impresionante. Lo que ha ocurrido no tiene por qué ser más que una anécdota. Por eso, la reacción de Mariano Rajoy ha sido muy prudente hasta el momento", indica Del Castillo.

La antigua presidenta del CIS, experta en análisis electoral, recuerda que no existe en el mundo un organismo de investigación sociológica financiado en su totalidad por el Estado.

El anterior presidente del CIS, Ricardo Montoro, resumía la opinión de muchos colegas suyos en un libro de entrevistas publicado por el propio CIS el año pasado. "La situación de que cualquier español pueda preguntarse qué pensaban de la familia los españoles en 1980 y qué piensan en el año 2000, y que sepa que tiene la respuesta en el banco de datos del CIS, sólo ocurre en España".

Julián Santamaría, presidente del CIS entre 1983 y 1987 y actual presidente del instituto Noxa, que elabora encuestas para La Vanguardia, cree que una institución semejante con profesionales tan buenos y honestos no se podría crear hoy. "Porque no lo permitirían los partidos políticos. Y habría más presión por parte de los sectores privados para decir esto: es una invasión de nuestro terreno".

El actual director del departamento de investigación del Centro de Investigaciones Sociológicas, Cayo Sastre, asegura que cuando los sociólogos extranjeros acuden al CIS y preguntan cómo podrían crear algo semejante en sus países, él siempre les responde: "Contando con la honestidad de unos profesionales que estén por encima de las tensiones y presiones políticas. Ya cuando se creó, en pleno franquismo, los profesionales que había aquí demostraron una limpieza de miras que no era nada habitual en aquella epoca. Hoy día, ninguna comunidad autónoma ha logrado crear algo parecido al CIS".

Sin embargo, nunca ha dejado el CIS de sufrir las arremetidas de los políticos que se encuentran en la oposición. "Yo creo que el CIS siempre va a seguir levantando pasiones entre los políticos", indica el jefe de investigación del CIS. "Es el medio que ellos tienen para mirarse en el espejo. No sólo ven lo feos o guapos que están, sino que ven siempre al de al lado si está más guapo. Imagínese que uno de los vecinos de usted realiza una encuesta en su bloque de viviendas donde se valora a cada uno de los vecinos. Si usted sale mal en esa encuesta, al cabo de tres meses eres capaz de matar al del tercero".

El CIS no suele escatimar medios a la hora de elaborar encuestas. Los barómetros que publica cada mes se elaboran con 2.500 entrevistas personales, mientras que la mayoría de las que encargan los periódicos se efectúan por teléfono.

En esos barómetros, el CIS recurre a unos 100 colaboradores repartidos por todas las provincias de España. En épocas preelectorales, el esfuerzo económico y humano se redobla.

¿Cómo puede equivocarse, entonces, el CIS en más de 30 puntos al valorar la participación, y en 10 al calcular la ventaja del PSOE sobre el PP?

Vallespín, presidente del CIS, aclara que el error se produjo porque los tiempos han cambiado en el CIS. "Ahora, nuestro principal objetivo es la transparencia. Nosotros entregamos a los grupos políticos no sólo los avances de las encuestas en un plazo máximo de 15 días de antelación, como obliga la ley de 1995, sino también las matrices; es decir, las tripas de las encuestas, los datos con que se han hecho. Y al ceder las tripas, cualquier cocina para favorecer algún resultado será evidente", indica Vallespín.

Entonces, si en aras de la transparencia se cometen errores de 30 puntos en la participación y de ocho en la intención de voto, ¿qué sentido tiene publicar encuestas tan poco fiables?

"En adelante usaremos más filtros, más preguntas para que no vuelva a ocurrir esto", indica el presidente del CIS. Fernando Vallespín lamenta que una vez más, el CIS salga a colación por las encuestas políticas. "Esas encuestas son sólo la punta del iceberg. Debajo de ellas hay en esta casa toda una masa de información valiosísima sobre lo que somos los españoles y lo que hemos sido en los últimos 30 años", añade Vallespín.

A disposición de todo el que quiera consultarla.

Fernando Vallespín, presidente del CIS, en la sede de ese organismo.
Fernando Vallespín, presidente del CIS, en la sede de ese organismo.LUIS MAGÁN

El problema de predecir

El director de Investigación del CIS, Cayo Sastre, cree que el problema de las encuestas radica en que no fueron concebidas para predecir nada, sino para medir actitudes, opiniones, creencias. "No es lo mismo preguntar a una persona si cree en Dios que preguntarle qué va a votar dentro de unos días. Porque cuando a una sociedad le pones delante un espejo y le dices 'así son ustedes', igual no le gusta la imagen que ve de sí misma y cambia su intención de voto". No en vano, comenta Sastre, el CIS no fue el único que se equivocó en las últimas encuestas preelectorales.

Julián Santamaría, director del CIS entre 1983 y 1987 y presidente de Naxa Consulting, la empresa que elabora encuestas para La Vanguardia, recuerda que la ventaja de 10 puntos que el CIS otorgaba al PSOE no era tan descabellada con arreglo a lo que indicaron sondeos de otras empresas.

Noxa Consulting entregó una encuesta a La Vanguardia según la cual el PSOE iba a ganar por nueve puntos el pasado 13-J. El mismo resultado extrajo la compañía Celest-Tel para el diario La Razón. Ocho puntos de ventaja fue lo que auguró TSN-Demoscopia para Abc. El Instituto Opina señaló en EL PAÍS que la ventaja sería de seis puntos, y Sigma Dos indicó en El Mundo que sería de 4,7.

Muchas de esas empresas no pronosticaron la tasa de participación. "Eso es lo más difícil de averiguar en cualquier encuesta; los márgenes de error son demasiado grandes", argumenta Santamaría. "Creo que el CIS tampoco debería cometer la torpeza de publicarla. En la época en que fui presidente no lo hacíamos".

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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