Qué grata sorpresa
La recuperación de óperas que permanecen en el baúl de los recuerdos suele poner en guardia a los aficionados. Más todavía si se trata de títulos españoles. "Si están olvidadas por algo será", se piensa frecuentemente. Imagínense el panorama. Ildegonda no se representaba en el Real desde 1854. Es la primera ópera de Arrieta, el trabajo de fin de curso para obtener el diploma de composición en el Conservatorio de Milán. Allí se estrenó en 1845. Cuatro años después se presentaría en España en el Teatro del Real Palacio, con motivo del 19º cumpleaños de la reina Isabel II. A continuación, el Real y después 150 años de silencio. Era, evidentemente, para estar un poco moscas. Pues bien, los malos augurios se disiparon enseguida, pues Ildegonda es una ópera excelente, en la línea de los donizettis o bellinis finales y, si se quiere, del primer Verdi. De hecho, el libretista, Temistocle Solera, es el que escribió para el rey de la ópera italiana Nabucco, I lombardi, Attila, Oberto y Giovanna d'Arco. Ello, desde luego, no garantiza la calidad del texto -es más, el de Ildegonda es infumable-, pero al menos nos sitúa en el contexto histórico. La musicóloga asturiana María Encina Cortizo (su voluminoso libro sobre Arrieta en ICCMU es imprescindible) y el también musicólogo ovetense Ramón Sobrino sacaron adelante la edición crítica de la partitura. El paso inmediato, de la musicología al teatro aunque sea en una versión de concierto, ha sido mérito del Teatro Real. El éxito ha sido total.
Ildegonda
De Emilio Arrieta. Edición crítica de María Encina Cortizo y Ramón Sobrino. Coro y Orquesta Sinfónica de Madrid. Director: Jesús López Cobos. Con Ana María Sánchez, José Bros, Carlos Álvarez, Mariola Cantarero, Ángel Rodríguez y Stefano Palatchi. Teatro Real, 17 de junio.
Magnífico reparto
Cuenta esta versión con un magnífico reparto de voces españolas, cada una en su estilo. A la expresión y dulzura de Ana María Sánchez se añaden el empuje y musicalidad de José Bros, el temperamento y fuerza de Carlos Álvarez (cada día se parece más a Farruquito) o la personalidad y buen gusto de Mariola Cantarero. López Cobos añadió un chispazo de emoción a su habitual contención y mesura, con lo que los resultados sonoros de la sinfónica de la casa -y en un escalón inferior el coro- se manifestaron a gran altura artística.
Protagonista circunstancial del evento fue el segundo oboe. Una indisposición repentina obligó a llamar a un sustituto que se encontraba en Valdemoro. López Cobos explicó amablemente que no comenzaría la obra sin todos sus instrumentistas, lo que llevó a algo más de media hora de retraso. Como nadie aparecía, una voz en off advirtió más tarde de que iba a empezar el concierto y el segundo oboe ya se incorporaría cuando llegase, en clara contradicción con lo dicho por el maestro. A los cinco minutos llegó el más que nunca deseado segundo oboe y se incorporó al festejo. Qué cosas que pasan en el Real.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.