El escocés más español
John Scott es escocés de nacimiento, pero le queda muy poco de su país de origen. El futuro presidente de KPMG España, que asumirá el cargo el 1 de julio de 2005, llegó a España con 17 años, se echó una novia en Madrid y regresó para trabajar y vivir en esta ciudad cinco años después. Ya no se ha ido. Por no tener, no tiene ni acento al hablar español; reconoce que sigue calculando los precios en pesetas y, a la hora de animar a un equipo, se va hasta el Vicente Calderón a sufrir con el Atlético de Madrid.
Como muchos colegas de profesión, el actual consejero delegado de KPMG ha hecho toda su carrera en la misma compañía. De hecho, fue el socio más joven de la firma con apenas 30 años. Formado como auditor, los últimos años los ha pasado en la división de asesoría financiera. Por eso es consciente de que, aunque la auditoría es la base del negocio y supone alrededor de la mitad de la facturación de KPMG en España, la suya es una firma multidisciplinar donde los servicios de asesoramiento fiscal, financiero o legal tienen mucho margen para crecer, un enfoque que piensa impulsar durante su presidencia. También tiene claro cómo: "Lo que no puedes hacer en un negocio como éste es meterte en un despacho a hablar de estrategia", asegura.
Scott sabe que tendrá un año para hacerse aún más si cabe con la firma, para ir asumiendo su nuevo cargo en una de las cuatro grandes auditoras globales. KPMG factura algo menos de 120 millones de euros anuales en España y emplea a 1.500 personas repartidas en 18 oficinas por todo el país. Sus nuevas obligaciones harán más difícil que disfrute de sus grandes aficiones. Como pasear a su viejo perro Buddy, una mezcla de pastor alemán y belga que ya tiene 15 años, o tocar la guitarra eléctrica, desde Jimi Hendrix a Metallica, para relajarse.
Tentado varias veces con ofertas jugosas para abandonar la auditoría e integrarse en una gran empresa, Scott decidió quedarse en KPMG y es un firme defensor de la estructura de socios que caracteriza a las grandes firmas globales, tanto por las posibilidades de carrera que ofrece como por el grado de identificación que permite entre directivos y empresa.
Ahora anda preocupado, como todos sus colegas, por el descrédito sufrido por la auditoría a raíz del escándalo Enron y de la desaparición de Andersen, uno de sus grandes competidores: "La profesión ha sido muy atacada en los últimos años y ya está bien".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.