La última jugada
El problema de España, a pesar de su variedad de delanteros y medios, reside más en el último pase y el remate que en la elaboración del juego
Aunque mínima, la victoria de la selección española fue incuestionable si se atiende a su productividad. Más que de juego, el equipo de Sáez tiene un problema con el último pase y el remate. Pese a disponer de una gran variedad de medios y delanteros, le falta puntería frente al marco rival. No tiene a un ariete terminal, a uno de esos que está acostumbrado a resolver los partidos sin atender a quien se alinea en su bando y quien en el rival. El juego lineal, rutinario, es tan abundante como escaso resulta el pase interior. A efectos contables a veces parece que el contrario crea incluso más peligro que la selección española. Ocurrió, por ejemplo, cuando Alenichev se presentó frente a Casillas y la jugada sacudió el estadio del Algarve.
El equipo de Sáez tiene jerarquía, es capaz de ir a por el partido con la pelota por delante, con Baraja o con Xabi Alonso, con orden o con sutileza. A la hora de conectar con los puntas, sin embargo, se presenta un nudo casi imposible de desatar. El enganche resulta especialmente complicado, tanto por dentro como por fuera, puesto que ayer Vicente se cansó durante la primera parte de poner centros para la llegada del ariete y del media punta. Tampoco remató la segunda línea, ni siquiera en las acciones de rechace, y la excelente elaboración en la gestación del juego no tuvo el punto y final. Incluso parece que a menudo se tira más al bulto que al espacio.
Igualmente corregible es el juego de estrategia. El equipo sufre demasiado en los lanzamientos de falta y de córner. A buen seguro que la falta de físico complica el asunto. La selección de Saéz no es fuerte ni atlética ni tampoco corpulenta sino, al contrario, más bien liviana, circunstancia que invita al rival a arramblar con todo cuando el marcador lo exige, como ocurrió ayer con Rusia. Hay momentos en que, por lo demás, el equipo comete lapsus sonrojantes, como si se desenchufara el partido en la acción más tonta, después de haberse desgastado en busca del gol, y el viento se lo llevara.
La victoria invita a trabajar consecuentemente en la línea ya iniciada por Sáez y a debatir de nuevo sobre las parejas de siempre: Baraja o Xabi Alonso y Raúl-Morientes o Valerón-Torres por no hablar de la posibilidad de mezclar. Tanto Raúl como Morientes no estuvieron anoche atinados y se imponía su sustitución, aunque el seleccionador procuró preservar la jerarquía del madridista y no lastimarle, por lo que le retiró en el último tramo del encuentro. Otra cosa distinta es la alineación de Baraja o Xabi Alonso. El vasco le da una sexta marcha al equipo que obliga a jugar rápido y concentrado, circunstancia que no siempre es posible porque sólo se permiten tres cambios. La entrada de Alonso resultó tan decisiva como espectacular fue el inicio de Baraja. Entre las distintas sumas, en cualquier caso, solo dan un gol, un peso demasiado pequeño para una selección, en apariencia, tan equipada.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.