La más atípica
Cristina Branco, 30 años y ya seis discos en el mercado, es natural de Almeirim (región de Ribatejo) y confiesa que creció musicalmente al calor de las jazzistas más inmarcesibles: Sarah Vaughan, Billie Holiday, Ella Fitzgerald, Carmen McRae. Con tesitura de contralto, más grave y contenida que lo habitual, su producción más reciente, Sensus (2003), revela también su debilidad por compositores brasileños como Chico Buarque o Vinicius de Moraes.
Más reconocida en Francia y Holanda -su primera actuación fue en un club de Amsterdam- que en Portugal. El guitarrista y productor Custódio Castelo, su marido, cumple un papel fundamental: él pone la música a los poemas que Cristina Branco elige.
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