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Tribuna:Elecciones Europeas
Tribuna
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13-J: votar PP o PSOE no es lo mismo

El autor analiza las diferencias de los dos grandes partidos nacionales ante las elecciones del domingo: mientras la Europa del PP es la Europa de los Estados, dice,

Según todas las encuestas que publican los medios de comunicación, la opinión pública española muestra un gran desinterés por las próximas elecciones europeas del 13-J. Una posible explicación de este fenómeno es que la gente no ve demasiadas diferencias entre las distintas ofertas programáticas de los partidos políticos en materia europea. Además de ello, el énfasis que muchos partidos políticos, y en especial PP y PSOE, ponen (fuera de los periodos electorales) en el mantenimiento de un consenso en materia europea puede sin duda acentuar este desinterés. Si todas las opciones políticas son lo mismo y tienden incluso a no diferenciarse en materia europea, ¿por qué molestarse en ir a votar el 13-J?

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Si nos centramos en los programas electorales del PP y PSOE, podemos observar que efectivamente existen coincidencias entre ambas formaciones políticas. Dejando a un lado la retórica política que ambos partidos despliegan sobre lo buena que es Europa para España y España para Europa, en cuestiones más candentes y comprometidas existen acuerdos importantes. Por ejemplo, ambos partidos apoyan la adhesión de Turquía a la Unión Europea, eso sí, cuando este país cumpla los requisitos que se han establecido con carácter general para todas las nuevas adhesiones. PP y PSOE están también de acuerdo en que Europa se dote de un texto constitucional que supere a los tratados actualmente existentes. Y ambos muestran su acuerdo incluso en cuestiones de más detalle, como aumentar al 3% del PIB el gasto de la UE en I+D+I.

Sin embargo, casi a partir de ahí empiezan las diferencias, que son numerosas y en algunos casos bien manifiestas. Por seguir con el ejemplo anterior, el PP dice explícitamente en su programa que "las dos terceras partes de esa inversión en I+D+I será a cargo de empresas privadas". Por tanto, en realidad el PP defiende que se aumente el gasto público europeo en esta materia solamente en un 1%. Ello implica una visión radicalmente contrapuesta a la del PSOE sobre cuál debe ser el papel de los poderes públicos en este terreno: sin duda el PP entiende que éste es meramente accesorio al de los agentes privados. Adicionalmente, el PSOE manifiesta de forma muy clara su voluntad de sujetar la política monetaria, en aquellos países que comparten el euro, a criterios que vayan más allá de los estrictamente monetarios, y en particular, en sujetarla también a criterios de tipo social, como el empleo. Consideraciones de este tipo están ausentes sin embargo en el programa del Partido Popular, preocupado fundamentalmente por el mantenimiento del Pacto de Estabilidad y la ortodoxia monetaria.

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Las diferencias son también evidentes en política exterior. Mientras que el PP indica en su programa de forma clara que "un objetivo básico de la Política Exterior y de Seguridad Común es reforzar los lazos transatlánticos", el PSOE pone el énfasis en la profundización de los vínculos entre la Unión Europea y América Latina o el mundo árabe; además, si el PSOE apuesta por el multilateralismo bajo el paraguas de la ONU, el PP se limita a señalar en relación con este punto la necesidad de reformar, precisamente, el Consejo de Seguridad de la ONU.

Pero es en el ámbito de la política interior en donde las diferencias se hacen todavía más acuciantes. Así, el PSOE se manifiesta preocupado por la extensión y profundización de los derechos de ciudadanía, mientras que esta parte ocupa escasa atención en el programa del Partido Popular. Por ejemplo, una de las propuestas más radicales del PSOE es la de establecer la paridad "política" entre el hombre y la mujer en las instituciones de la UE. Los socialistas quieren también equiparar los derechos civiles de gays, lesbianas y transexuales con los de los heterosexuales en el nivel comunitario, tal y como se han comprometido a hacer en el nacional. Además, el PSOE propone la extensión de la ciudadanía europea (con todo lo que ello implica: por ejemplo, votar en las elecciones municipales del lugar de residencia) a aquellas personas que residan de forma legal "y duradera" en algún Estado miembro, aunque sean nacionales de terceros Estados no miembros de la UE. Por su parte, las propuestas estrella del Partido Popular en materia de política interior se centran, fundamentalmente, en la consolidación de un espacio europeo de libertad, seguridad y justicia con el objetivo de luchar de forma más eficaz contra el terrorismo de todo tipo y la inmigración ilegal. Las propuestas vinculadas a la extensión de los derechos de ciudadanía del PP brillan por su ausencia, o al menos no parece que sean una de sus prioridades, más allá de alguna que otra retórica declaración dirigida a "crear un entorno adecuado para la plena incorporación de la mujer al mundo del trabajo".

También la visión que cada partido político mantiene sobre lo que es y sobre lo que debe ser la Unión es diferente. De nuevo, hay que ir más allá de las pomposas expresiones de pro-europeísmo que hacen los dos partidos en sus respectivos programas, y leer entre líneas. Así, el Partido Popular se manifiesta firmemente partidario de la profundización del proceso de integración europea, incluso en su vertiente política y estrictamente supranacional. Sin embargo, se muestra orgulloso de haber sido él precisamente uno de los responsables de haber introducido, en la Constitución europea, reformas que tienen un claro signo intergubernamentalista. Por ejemplo, el PP se considera responsable de haber definido al Consejo Europeo (la reunión de los jefes de Estado y de Gobierno en el ámbito comunitario) como "vértice político de la Unión" en el proyecto de Constitución europa. También se apunta el tanto de la creación de la figura del presidente del Consejo Europeo en el texto constitucional, además de la del ministro de Asuntos Exteriores de la Unión. Cuestiones todas estas que han sido criticadas de forma casi unánime por los especialistas en la materia al suponer, como digo, un reforzamiento claro y preciso de las estructuras intergubernamentales de la Unión. Por su parte, aunque el PSOE se muestra, como en otros aspectos, bastante inconcreto en este punto, no tiene pelos en la lengua a la hora de definir a la Unión como una futura "federación de Estados". Es evidente que la Europa del PP es una Europa de Estados, mientras que el PSOE pone a los Estados-nación como modelo para la futura estructura que emerja de la Constitución Europea.

En definitiva, votar PP o PSOE el próximo 13-J no es indiferente. Ambos partidos plantean políticas contradictorias en numerosos aspectos, tienen visiones de Europa diferentes y propuestas institucionales que varían en gran medida. Por eso es cada día más incomprensible que, pasadas las elecciones europeas, y de vuelta a la política ordinaria nacional, ambos partidos insistan en mantener un consenso sobre cuestiones en relación con las cuales discrepan abiertamente. Además, que los dos grandes partidos de nuestro país estén en desacuerdo en materia europea no es necesariamente contraproducente, ni para España ni para la consolidación del proyecto europeo.

Antonio Estella es profesor titular de Derecho Administrativo, Universidad Carlos III de Madrid.

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