Vísperas con polémica

Nada hay más temible en un gran torneo que la vigilia que lo precede. Sin partidos y sin noticias, los equipos resisten con dificultades el acoso de la prensa. No han sido pocas las ocasiones donde los campeonatos se han ganado o se han perdido antes de comenzar a jugarlo. En algunos casos, equipos de enorme potencial se han destruido por las tensiones de los días que preceden al fútbol. La selección española estaba eliminada del Mundial de Francia antes de disputarlo. Entró en un proceso autodestructivo que rozó la paranoia, incapaces Javier Clemente, seleccionador en aquella época, y los jugadores de recordar que tenían un torneo por delante. Se enredaron en su obsesivo desprecio por la prensa y de allí no salieron. Cuando se enteraron, estaban de vuelta a casa. En otros casos, algunos equipos se han beneficiado de un proceso de cohesión en la fase previa al torneo o tras las primeras decepciones. Sucedió con Italia en el Mundial 82, o con Argentina en México 86. Claro que allí ayudó Maradona.

Hay noticias de polémicas en algunos equipos. Se nota que sube la marea de la presión. Italia siempre está a la cabeza del debate. No hay gran torneo sin discusiones entre éste y aquél, entre Rivera y Mazzola (Mundial de 1970), entre Baggio y Del Piero (Mundial 98), entre Del Piero y Totti, como sucede ahora. Del Piero siente celos de la jerarquía que ha adquirido el jugador de la Roma y de los elogios que recibe de Trapattoni, el seleccionador italiano. También se discute el sistema y la ausencia de Pirlo en el equipo titular. No hay Italia sin agitación.

Tampoco existe Holanda sin conflictos. Va en su carácter. Todo se pone en cuestión porque cada holandés, con sus jugadores a la cabeza, tiene una brillante teoría sobre el fútbol. Es el país de Cruyff. Con eso está dicho todo. Pues bien, Cruyff ha salido a criticar al seleccionador, Dirk Advocaat, y ha encontrado el amparo de Ruud Gullit, otro que no esconde sus opiniones. En el equipo también se escuchan los tambores. Seedorf, genuino representante del holandés contestario, ha dicho que no tiene ningún interés en jugar de interior derecho. Holanda, en fin.

En España, Sáez maneja con prudencia las vísperas. Es su talante, pero no puede evitar algunos focos de conflicto. Casillas se revolvió ayer contra los que piden a Cañizares. Habló de la necesidad de unir y no de dividir, pero se sintió dolido. Cree que levanta dudas injustas. Casillas, autor de grandes proezas durante un largo trecho de la temporada, comienza a padecer un proceso peligroso: no importa el tamaño de sus gestas porque considera que siempre va a ser cuestionado. Por si acaso, también asiste como protagonista a un proceso recurrente en la selección, que arranca los torneos con un debate entre los porteros. O mejor, entre Cañizares y los demás: Zubizarreta, Molina y ahora Casillas.