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Crónica:BALONCESTO | Final de la Liga ACB, tercer partido
Crónica
Texto informativo con interpretación

Estudiantes alarga su aventura

El equipo madrileño reduce a 1-2 la ventaja del Barça en la eliminatoria

En medio de un ambiente incendiario y después de un partido taquicárdico, Estudiantes prosigue su aventura. No lo tuvo fácil, porque el Barça hizo caso omiso de la superioridad con la que contaba en el marcador global de la serie y puso toda la carne en el asador para liquidar el asunto por la vía rápida. Al final tuvo que claudicar ante la intensidad del Estudiantes, que empieza a dar signos de que más que una final, está embarcado en una cruzada, en toda una experiencia religiosa. Su decisión, el ánimo inquebrantable, cierta mirada de sana locura en sus ojos conforman un panorama que desafía hasta el momento los cánones establecidos y hacen temblar los pronósticos, pues nadie a ciencia cierta sabe hasta donde puede llegar este equipo. Mucho se habla del valor de un escudo, de la fuerza añadida que te puede dar una bandera. Estudiantes no sólo juega una final de Liga, sino que por momentos da la sensación que además defiende un credo en comunión espiritual con 15.000 dementes que ayer no metieron canastas, pero que secundaron en todo momento la empresa en la que están metidos sus chicos. Sólo así se puede entender el alboroto que se formó porque un chaval de la cantera tuvo oportunidad de salir a la cancha unos segundos al final del segundo cuarto. Son detalles que explican este singular club y a su gente.

ESTUDIANTES 82 - BARCELONA 72

Estudiantes: Brewer (3), Jasen (2), Jiménez (8), Iturbe (14), Reyes (21) -cinco inicial-, Loncar (23), Azofra (5), Patterson (2), García (-) y Vidaurreta (4).

Barcelona: Ilievski (7), Navarro (16), Bodiroga (12), Fucka (9), Dueñas (2) -cinco inicial-, De la Fuente (3), Grimau (10), Femerling (5) y Drejer (8).

Árbitros: Sancha, Martín Bertrán y Pérez Pizarro.

Lleno el Palacio Vistalegre: 15.200 espectadores. El Barcelona aventaja a Estudiantes por 2-1 en la eliminatoria al mejor de cinco.

Como corresponde, los dos encuentros en Barcelona marcaron emocionalmente el tercero. La temperatura ambiental fue extrema desde el salto inicial y la susceptibilidad de público y algún que otro jugador madrileño sobre lo que hacían o dejaban de hacer los árbitros resultaba ostensible. Anda el personal colegial algo mosca desde los pasos de Jiménez en el primer partido y no les dejó pasar una. Loncar, uno de sus jugadores vitales, comenzó su actuación donde la dejó el lunes, peleándose con el trío arbitral más que jugando. Afortunadamente para Estudiantes debió recordar su origen yugoslavo, y logró en el segundo cuarto que toda su rabia se tradujese en energía positiva y agresividad ofensiva. Tres triples suyos colocaron al Estudiantes con un claro dominio (47-34, minuto 7 segundo cuarto). Hasta ese momento nada ni nadie había logrado marcar la pauta, cosa lógica si tenemos en cuenta que ya estamos en el tercer choque. Las sorpresas casi se han acabado, y lo que fue arma principal ayer deja de serlo hoy, como por ejemplo la zona de Estudiantes. Según avanza la serie, el jugador adquiere mayor protagonismo que las tácticas.

El partido alcanzó su zona de definición como había empezado (66-66, minuto 2, último cuarto) lo que sin duda era una excelente noticia para el Barça que contaba con ventaja en la serie, un enemigo al borde del precipio, y el marcador en el territorio ideal para sus jugadores estelares. Lo habíamos visto ya en los dos primeros partidos. El que no se produjese el mismo desenlace obedeció a dos detalles con nombre y apellido. Bodiroga y Felipe Reyes. El serbio falló de una forma desacostumbrada en dos jugadas sorprendentes para lo que nos tiene acostumbrados. Lanzó un triple fuera de posición y sin ningún criterio y luego perdió el balón en el bote. Dos posesiones que resultaron vitales, pues en el otro lado de la cancha surgió como un poseído Felipe Reyes. No está siendo fácil la final para Felipe. Tiene que fajarse con toneladas y centímetros y su muñeca le ha abandonado en el peor momento. Ha perdido confianza en su tiro corto, lo que le obliga a ir una y otra vez contra moles como Dueñas y Femerling. Pero lo mismo que sus compañeros, es un hombre en medio de una misión, por lo que siguió y siguió hasta que en el momento decisivo encadenó tres canastas consecutivas originadas en su fiereza al atacar el rebote ofensivo. A dos minutos del final se ponían a la venta las entradas para el cuarto partido (78-69).

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