Steve Lacy, el jazz vanguardista
Steve Lacy no fue el primer intérprete de jazz que utilizó un saxo soprano, pero consiguió dotar al instrumento de personalidad propia y, sobre todo, otorgarle rango solista. Sin lugar a dudas, todos los intérpretes de saxo soprano le deben algo a Steve Lacy. Sólo por ello su pérdida ya sería dolorosa, pero, además, Lacy fue uno de los grandes creadores de finales del pasado siglo, uno de los más valientes y arriesgados buscadores de nuevos caminos. Por todo ello, el jazz contemporáneo siempre tendrá con Steve Lacy una deuda impagable.
Steve Lacy falleció el pasado viernes a la edad de 69 años tras permanecer dos días en estado de coma. Un cáncer de hígado desarrollado en los últimos meses pudo más que su eterna y contagiosa vitalidad. Lacy falleció en el New England Baptist Hospital de Boston, ciudad a la que se había trasladado en 2002 para asumir una cátedra en su histórico conservatorio. El regreso a su tierra natal se había producido tras 32 años de exilio voluntario en Europa.
Steven Norman Lackritz había nacido en el Upper West Side de Nueva York en julio de 1934 y, a pesar de que después se convertiría en unas de la cabezas del jazz más progresista, comenzó su carera musical tocando el clarinete en bandas de dixieland. En 1955 cambió ese instrumento por el saxo soprano y dio un giro de 360 grados a su carrera al entrar a formar parte del grupo de Cecil Taylor, entonces punta de lanza del emergente free jazz.
Con Taylor Steve Lacy decidió dedicarse exclusivamente al saxo soprano (fue el primer músico de jazz que tomó esa decisión), creando un estilo de tocar el saxo alargado (nunca utilizó el modelo curvado) que influyó notablemente en nombres de tanto calado como el mismo John Coltrane, que se acercó al instrumento y creó con él algunas obras maestras gracias al empujón inicial y a la influencia de Steve Lacy. Tras grabar con Cecil Taylor y también con Gil Evans, su primer disco totalmente personal apareció en 1957 con el lógico título de Soprano Sax.
En 1970, el saxofonista fijó su residencia en París. Una decisión personal que le costó el olvido del público norteamericano, que tardaría casi un par de décadas en redescubrir su expansiva personalidad.
Eso sí, una vez redescubierto, Lacy fue uno de los músicos mimados de las encuestas anuales de las revistas especializadas tanto por parte de la crítica como del público. En Europa desarrolló también un estilo de composición muy personal en el que la voz y, por supuesto, la poesía siempre tuvieron un papel esencial.
En ese aspecto fue esencial la eterna presencia a su lado de la cantante suiza Irene Aebi, con la que contrajo matrimonio en 1965 y que permaneció a su lado hasta el último momento.
El propio Steve Lacy había definido su trabajo como "una combinación de orador, cantante, bailarín, diplomático, poeta, polemista, matemático, atleta, actor, educador, estudiante, cómico, artista, seductor y buen colega de todo el mundo". Posiblemente ésa sea la mejor manera de recordarle.-
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