Una recreación cómica

Una docena de números televisivos de la nada flemática Monthy Phyton sirve de engarce a este espectáculo que introduce algunos chismes locales para actualizar el asunto y obtener la complicidad del público, un público entregado desde el principio que rompe a reír en cuanto los actores pisan el escenario a los acordes de la música.

Hay momentos de mayor gracia que otros, como es natural cuando se dedica hora y media a encadenar situaciones cómicas, y destacan entre los más logrados los que más recurren a la exasperación, como el del turista inglés en la Costa del Sol, o el de los jueces británicos y su curiosa vida privada, para terminar con una especie de lección chusca sobre las claves del humor desde el origen de la humanidad. En cambio, adolece de baches notables y resulta demasiado largo el episodio del chiste asesino.

Son constantes los guiños dirigidos directamente al espectador, y la demanda de su participación activa, en un continuo de mucho ritmo donde prevalece la habilidad verbal sobre la gestual, aunque ésta última alcance momentos notables en algunos de sus actores. El resumen es hora y media entretenida, con baches que despistan al espectador, y con momentos álgidos donde los actores se meten al espectador en el bolsillo.