Locos por la 'Primavera'
Un club de Valencia reúne a coleccionistas del popular modelo de motocicleta de Vespa fabricado en los setenta y ochenta
Alguien que recorre 2.500 kilómetros en una vieja Vespa, en sólo una semana, merece el calificativo de osado, acaso de loco. Porque quizá sea auténtica locura la pasión de algunos por las motos de su adolescencia. Hace 10 años, seis veinteañeros decidieron desempolvar sus antiguas Vespa Primavera y probarlas sobre el asfalto en un viaje de ida y vuelta desde Valencia hasta Génova (Italia). Aquella aventura fue el germen del primer y único Club Primavera de España.
Desde que en 1946 viera la luz la primera Vespa de la historia, la firma italiana Piaggio ha fabricado más de 100 modelos de la mítica motocicleta de paseo. De todos ellos, hubo uno especialmente popular y que hoy se ha convertido en una moto de culto: el llamado Primavera, que se diferencia del resto por su faro rectangular y una pequeña caja de herramientas en el costado izquierdo. Fabricada entre 1978 y 1986, en versiones de 75 y 125 centímetros cúbicos, la Vespa Primavera fue el objeto de deseo de la mayoría de adolescentes de los años ochenta, y tuvo tal éxito comercial que, en su día, "los concesionarios no daban abasto", según recuerda Julio Bonora, uno de los seis locos que fueron a Génova.
"En Valencia había mucha gente que tenía esta moto y que la quería arreglar", cuenta Bonora, de manera que el grupo de amigos se fue ampliando paulatinamente y acabó convirtiéndose en el Club Vespa Primavera Valencia, nacido en 1999 con una veintena de miembros y que hoy cuenta con más de 70.
El club, que preside el mismo Bonora, amalgama a un grupo heterogéneo de gente de edades entre los 17 y los 63 años, de estratos sociales diferentes: estudiantes, taxistas, abogados, un guardia civil, un protésico dental, un criador de perros o un forofo valencianista, entre otros.
El único requisito aparente para apuntarse es tener una de estas motocicletas, cuyo precio de mercado, sin restaurar, ronda los "600 euros", según el presidente del club. Pero con fortuna se pueden conseguir por 120 o incluso regaladas. Es el caso de motos olvidadas durante años en garajes: un estorbo para sus propietarios.
La Primavera tiene una mecánica básica sin componentes electrónicos y una estructura acerada que la hace menos fiable que las motocicletas de hoy en día pero que, en cambio, garantiza su longevidad. A partir de ahí, la puesta a punto depende de lo que se quiera gastar cada uno, pero "la inversión no baja de los 1.200 euros", entre compra y reparación, asegura Bonora. "Para ser tan pequeñas son motos caras", añade. Por eso hay algunos que se hacen sus propias reparaciones. También hay quien lo hace por hobby y ha cambiado la geometría de la escúter hasta convertirla en un modelo original.
Los miembros del club se citan en la carretera una vez al mes para hacer unos 200 kilómetros. "Buscamos recorridos que no tengan mucha afluencia de tráfico para no molestar", cuenta el presidente. "Solemos ir a pueblos pequeños y pintorescos de los alrededores de Valencia", añade. Una vez alcanzado el destino, llega el almuerzo y la tertulia, que son sagrados. Se consultan unos a otros, pero también se crean rivalidades: quién tiene la Primavera más bonita, quién la más veloz.
La ausencia femenina invita a preguntar si ser varón es el requisito velado para ingresar en el club. "Es una cuestión conflictiva", dice Fernando Doñate, otro de los miembros. "Decidimos que nadie trajera a su novia o a su mujer porque la Vespa es una moto pequeña y no tiene sentido ir dos personas", afirma Bonora entre risas, circunloquios y evasivas, a la vez que niega que se trate de una actitud machista. "Además, tampoco queremos padecer por ellas por si pasa algo en la carretera", añade. ¿Y si ellas llevaran su propia moto? "Nunca hemos tenido una demanda en ese sentido", dice Doñate. Pero por si se diera el caso: "En principio diríamos que no, aunque debería haber un debate interno", zanja el presidente.
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