Conocimiento
Hace unos días nos ha visitado José Luis Sanchis, que es un gurú de la comunicación y el asesoramiento político. Sanchis ha venido a Valencia invitado por el Colegio de Economistas. De su disertación me he quedado con que, para un partido político, lo único que importa es ganar las elecciones y que para poder gobernar en España, las cuatro circunscripciones clave son Cataluña, Madrid, Andalucía y la Comunidad Valenciana. Estamos subiendo puntos. Ahora somos importantes para gobernar y quizás para algo más. Las circunstancias cambian.
Los valencianos lo hemos percibido a partir de la toma de posesión del delegado del Gobierno en la Comunidad Valenciana, Antoni Bernabé. En su día se inició la legislatura con enfrentamientos a cara de perro entre los representantes políticos del gobierno autonómico y los líderes del primer partido de la oposición. Parecía que iban a venir a por nosotros por el único motivo de que no coincidiera el signo político de quienes mandan en España desde Madrid, con los que mandan en la Comunidad Valenciana, desde el Palau de la Generalitat. Siempre parece que lo peor es cuanto ocurre aquí. Pero la situación ha cambiado y no podía ser de otra manera. Después de la escaramuza de las elecciones al Parlamento Europeo, lo más importante en el proceloso terreno de la política, además de las elecciones a las Cámaras de Comercio, será dilucidar el signo del gobierno valenciano en el exiguo plazo de tres años. El tiempo pasa volando y para entonces todos querrán ganar. No parece prudente, por tanto, un duelo desaforado con intención de descalificar al contrario de entrada. En esta nueva situación que se nos ha planteado a partir del 14 de marzo, todos tienen cartas que jugar, aunque pretendan manejar alguna marcada. Con las exclusivas fuerzas autonómicas, ya hemos comprendido que no vamos demasiado lejos. Necesitamos el apoyo del gobierno del Estado. Para conseguirlo no podemos plantear la confrontación entre partidos como si fuera una guerra a muerte, porque corremos el riesgo de perecer todos en el envite o a más largo plazo por inanición. La Comunidad Valenciana necesita arrancar con fuerza y si pudiera ser, a partir del mayor consenso posible. Hay una gran diferencia entre las acciones tácticas de partido y la política estratégica de Estado, que siempre se proyecta a largo plazo.
Para solucionar los grandes problemas de las empresas y de la economía necesitamos fuertes dosis de esa medicina. Por este motivo reconforta que se dialogue y que se llegue a amplios acuerdos. Los cuales, a su vez, eviten que esto se convierta en un erial. A nadie le puede interesar que se perpetúe la paralización de medidas para relanzar el progreso, con la venia de las grandes coordenadas internacionales y el repliegue de nuestras mejores oportunidades a los cuarteles de invierno.
Hace falta una gran dosis de conocimiento entre las unidades de negocio de aquí y las de otros sitios. Los temas valencianos siguen ignorados en los foros donde se resuelve el futuro de España. Los valencianos, aunque resulte duro reconocerlo, hemos fracasado en ese intento y en los últimos gestos se advierte que el conocimiento podría dar paso a la inteligencia -para que finalmente gane el mejor- en un país con proyecto de futuro.
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