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Reportaje:

Un gran dominador de vestuarios

El Atlético llega a un acuerdo con César Ferrando, un técnico "amigo de los jugadores"

Juan Morenilla

A falta de la protocolaria firma, César Ferrando (Tavernes de la Valldigna, Valencia; 1959) es ya el entrenador del Atlético para la próxima temporada, en sustitución de Gregorio Manzano. Ambas partes ultimaron ayer su acuerdo y la presentación del nuevo responsable del equipo rojiblanco será la semana que viene. Miguel Peiró, su preparador físico en el Valencia B y el Albacete, llegará al Manzanares junto a él, pero el club rojiblanco nombrará a alguien de la casa como segundo técnico. "No podía dejar pasar esta oportunidad. Para mí, es un reto fabuloso", dijo ayer Ferrando.

Centrocampista del Valencia entre 1981 y 1984, a Ferrando le atrajo enseguida la dirección desde el banquillo, con la que disfruta "más que jugando". Comenzó su carrera en la Unión Deportiva Tabernes, en Preferente, en 1997; pasó en 1998 al Gandía, en Segunda B, y en 2000 aceptó dar un paso atrás, a Tercera, para dirigir al filial del Valencia hasta 2002. En Mestalla obtuvo un gran renocimiento y su nombre sonó para la primera plantilla en los peores momentos de Rafa Benítez en el curso de su debú, pero las puertas se le cerraron. Después logró dos hitos con el Albacete: el ascenso a Primera y la permanencia pese a tener el presupuesto más bajo de la categoría: 13,5 millones de euros.

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Quienes le conocen hablan de Ferrando como un gran dominador de vestuarios, un amigo de los jugadores, un hombre supersticioso y de fuerte carácter y un técnico con gran futuro y que prima el orden. "Aprecia mucho el contacto diario con los trabajadores. Es muy campechano", afirma un empleado del Albacete. Como en el Valencia B, creó un excelente vestuario en el club manchego a base de juegos, apuestas y cenas. Tras los entrenamientos, los futbolistas jugaban a golpear el larguero con el balón desde lejos. El que fallaba, dos euros. Y al acabar, todos a la cafetería "a tomar unas cañas". No era obligatorio, pero se reunía más de la mitad de la plantilla.

Cualquier excusa era buena para salir juntos. Al menos, dos jueves al mes había cena de equipo para celebrar un cumpleaños o gastarse las pequeñas multas acumuladas. Durante las concentraciones estaba prohibido entrar al comedor hasta que estuviera toda la expedición frente a la puerta. Al que llegaba tarde, multa. Y al que le sonaba el móvil en la mesa, multa. La recaudación la llevaba el capitán, Montiel. "Si no hay grupo, no hay nada. Pero. si dominas al grupo, ellos morirán por ti. Me gusta ser amigo de los jugadores", afirma Ferrando.

Los viernes tocaba reunión de trabajo: el cuerpo técnico con los dirigentes y el director deportivo. Cuando acababan, se iban todos a comer y a jugar a los bolos. "Tiene un don y un gran corazón para el jugador. Es un gran psicólogo", asegura el gerente del Albacete, Vicente Ferrer.

Ferrando es un autodidacta, aficionado a los vídeos de fútbol y los libros sobre juegos en los entrenamientos. Disfruta con su deporte, como su mujer, Maribel, que le acompañaba a los partidos, y es muy supersticioso. Si el equipo gana, mantiene las posiciones en la mesa de la plantilla en la comida anterior, conserva ciertos hábitos al vestir y, antes de los partidos, traza imaginariamente con el dedo una cruz en su área técnica.

"Es muy profesional. Sabe a qué juega. Es de mucho trabajo. Da mucha importancia a la estrategia; a los saques de banda o esquina; a las faltas...", cuenta Viaud. Ahora, tras superar ciertos roces con Parri y Aranda, tratará en el Atlético un vestuario con más figuras. "Si no cambia, le irá bien", añade Viaud, "puede ser el nuevo Benítez".

César Ferrando.
César Ferrando.DIARIO AS

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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