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Reportaje:

Trulli, el hombre tranquilo

Reciente ganador en Montecarlo, el compañero de Alonso en Renault fabrica 'karts' y hace un vino excelente con sus viñedos de Aruzzo

La carrera profesional del italiano Jarno Trulli, el compañero de Fernando Alonso en la escudería Renault, dio un vuelco espectacular el pasado fin de semana en Montecarlo. Por primera vez, consiguió la pole position (el primer puesto en la parrilla de salida) y ganó un gran premio del Campeonato del Mundo de fórmula 1. Lo hizo en el momento preciso y en el lugar adecuado, ya que no sólo abrió su palmarés, sino que también frenó el dominio intolerable del alemán Michael Schumacher y Ferrari, ganadores de todas las carreras anteriores del curso.

Sin embargo, ni siquiera aquello fue capaz de mover un milímetro a Trulli del camino que siempre ha marcado su vida. Es un hombre tranquilo. No le gustan las fiestas ni disfruta del bullicio. Prefiere alejarse del ajetreo de la F-1 regresando a sus viñedos de Aruzzo, con los que elabora un vino de calidad, Montepulciano, y a sus orígenes en Tollo, su residencia actual; al taller donde fabrica unos karts de los mejores de Europa. Por eso apenas hubo celebraciones en Montecarlo, aparte de las que compartió con su familia y su equipo.

"La mala suerte existe, pero no puede perturbar tu camino", una de las frases favoritas del piloto
A sus 3 años, su madre le daba una cucharada de comida a cada vuelta con la bici: "La gasolina..."

Su personalidad quedó bien definida en un hecho que ocurrió pocos días antes de correr en la capital del Principado monegasco. El equipo de Renault fue invitado al festival de cine de la cercana Cannes para asistir a la proyección de la película The Ladykillers. A su llegada, Trulli fue vitoreado por el público y los fotógrafos le pidieron que posara junto a la joven estrella estadounidense Natané. "Ponte más cerca", le dijeron; "cógela por la cintura, mírala a los ojos". Lo hizo, pero su preocupación fue en aumento pensando en la reacción de su novia, Bárbara, cuando viera todo aquello. Sólo se tranquilizó cuando Patricia Spinelli, la jefe de prensa de Renault, se comprometió a telefonearla y explicarle que aquello no era más que una exigencia del guión.

Nacido en Pescara (13 de julio de 1974) e hijo de Enzo, un gran aficionado al mundo del motor que le puso el nombre de Jarno en recuerdo del piloto finlandés de motos Saarinen, campeón del mundo de 250cc en 1972 y fallecido en 1973 en Monza, Trulli fue un piloto precoz en palabras de su madre, Franca. "Cuando era pequeño", explicó al diario francés L'Equipe, "no había manera de que comiera. Tenía tres años y se pasaba la comida dando vueltas a la mesa en su bicicleta de tres ruedas. Entonces busqué la estrategia de darle una cucharada cada vez que pasaba por mi lado. 'Un poco de gasolina para el motor', le decía. Y ya no había problemas".

A sus 9 años se produjo un hecho decisivo. En la fiesta de los Reyes Magos, el 6 de enero, Trulli recibió un regalo que marcó su futuro. Su padre le había comprado ¡un kart! "Al descubrir aquel vehículo en el garaje, rozó la histeria", recuerda Enzo. Muy pronto comenzó a competir y ganó los títulos mundiales de 100cc en 1991 y de 125cc en 1994. Fue en aquella etapa cuando aprendió a escuchar el motor, a notar el más mínimo cambio, a analizar los detalles para ser impecable en la puesta a punto y en los reglajes para cada circuito.

Lucio Cavuto, su mecánico en karts y ahora su representante, comenta que en 1996, cuando Trulli corría ya en F-3, el equipo estaba muy preocupado porque en los entrenamientos no conseguía bajar sus cronos a menos de 10 segundos del líder. "Sin embargo, hacia el final, se paró en los boxes y pidió a los mecánicos que le ajustaran la presión de los neumáticos. 'Ya lo tengo, he comprendido el circuito', dijo. Cuando volvió a salir, consiguió la pole".

Fue entonces cuando Flavio Briatore le descubrió y le abrió las puertas de la F-1. Debutó en Minardi en 1997 y aquel mismo año fue fichado por el francés Alain Prost para sustituir a su compatriota Olivier Panis, que había sufrido un accidente en Montreal. Después estuvo dos años en Jordan antes de que el italiano Flavio Briatore le incorporara a Renault en 2002. Su prestigio le llegó mucho antes que los buenos resultados. Lo mejor que había hecho hasta el pasado domingo era un segundo puesto en el Gran Premio de Europa de 1999 y un tercero en el de Alemania en 2003. Pero la verdad es que Trulli fue absolutamente eclipsado por Alonso, ganador en Hungría y segundo en Montmeló, en el pasado ejercicio.

Hasta esta temporada, pues, su carrera había estado marcada más por las salidas de la pista y los problemas -fue descalificado en el Gran Premio de Estados Unidos de 2001 porque una pieza de su Jordan no cumplía las normas- que por los resultados.

"La mala suerte existe, pero no puede perturbar tu camino", afirma ahora Trulli; "lo único que sé es que soy voluntarioso y tenaz, que soy un buen piloto y que soy capaz de intuir de inmediato cualquier cambio mecánico en el coche. Tuve que esperar mucho tiempo antes de ganar una carrera de F-1. Pero gracias a Renault lo logré. Y fue una enorme satisfacción, porque, además, se produjo en el mejor gran premio".

Este fin de semana tiene ante sí otra oportunidad: en Nürburgring, en otro Gran Premio de Europa.

Jarno Trulli, en el circuito alemán de Nürburgring.
Jarno Trulli, en el circuito alemán de Nürburgring.EFE

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