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"La fragilidad de los niños es la nuestra", asegura Pina Bausch

La coreógrafa presenta en Barcelona su espectáculo inspirado en la infancia

Jacinto Antón

Pina Bausch, la gran sacerdotisa de la danza, ama a los niños. "Son un símbolo de la esperanza, de nuestra esperanza", dijo ayer al presentar en Barcelona su espectáculo Für dier kinder von gestern, heute und morgen (Para los niños de ayer, de hoy y de mañana), en el que viaja al mundo de la infancia. Los niños, recalcó, "recuerdan la sensibilidad y la fragilidad de todas las personas; su fragilidad es la nuestra". El nuevo montaje de Pina Bausch se representará en el Teatro Nacional de Cataluña (TNC, Fórum Ciutat) desde hoy hasta el próximo domingo (excepto el jueves).

De blancura marmórea como corresponde a su condición de personaje legendario, envuelta en negro y dotada de una mirada azul capaz -como sus espectáculos- de pasar en un instante de la alegría inexplicable a una insondable tristeza, Pina Bausch empezó por expresar su desazón ante los dramas que atraviesa el mundo desde hace dos años, cuando empezó a preparar su espectáculo, en el que actúan 14 bailarines. "Mientras lo concebíamos pensábamos: 'No sirve de nada hacerlo, un espectáculo es demasiado poco, ¡y hay tanto por hacer!", dijo. Aun así, "intentamos entrar en el mundo de los niños, entender sus sentimientos, acercarnos a cosas que hemos olvidado hace tiempo", explicó. Para Pina Bausch, se ha tratado de "volver a ser niños", que es "volver a la ternura, a ser orgullosos, a no tener miedo, a dejar atrás los temores".

La artista, cuyo discurso tiene a veces una extraña calidad de parábola evangélica mezclada con ironía, recalcó que el título de la obra "lo dice todo" y añadió que ese título lo sacó "de un libro de cuentos de un indio norteamericano" (Native american stories and nocturnal activities for children, de Michael J. Caduto).

Confrontada a unas fotografías del montaje para que proporcionara una explicación de las mismas, Bausch demostró su perspectiva al decir que un bailarín con un tutú y una regadera era para ella "una nubecita llevada por el viento". Pero añadió: "No me gusta interpretar las imágenes de mis espectáculos, son ustedes, el público, los que deben hacerlo, para que vuele su fantasía. No quiero romper el encanto de descubrir significados. Mis espectáculos viven de la fantasía de los que los miran. No son sólo lo que yo quiero que sean, sino que cada persona los modifica con su mirada".

Interrogada acerca de la infancia como territorio del miedo y de la crueldad, Pina Bausch pareció abismarse en un pozo oscuro y respondió: "La crueldad que pueden llegar a padecer los niños es tan grande que no hay manera de llevarla a un escenario, supera cualquier representación. Mi espectáculo no consta sólo de una parte idílica sobre la infancia, tiene otras partes más sombrías, pero no he intentado acercarme a la realidad porque no creo que se pueda representar. Lo que pueden sufrir los niños no me atrevería a mostrarlo, por respeto y porque siempre sería muy pequeño en comparación con la realidad".

Desesperación

El espectáculo tiene momentos divertidos. "He intentado aportar humor, pero no es el sentimiento que predomina, hay mucha seriedad e incluso desesperación".

Pina Bausch dijo que no ha pensado en una cultura o nacionalidad específicas para hablar de la infancia, sino en términos de sentimientos y experiencias comunes a todos los niños. Preguntada por si ha pensado en los propios niños como audiencia, la coreógrafa respondió: "En mis espectáculos trato de expresar mis sentimientos, no de dirigirlos a un público determinado; y apenas consigo expresar una parte infinitesimal de lo que siento. Ésa es mi lucha, expresar, materializar mis sentimientos. No me pregunto a quién van dirigidos, estoy tan preocupada en la tarea de extraerlos que no puedo controlar, y ni siquiera intento hacerlo, hacia quién van. Comparto mis sentimientos con la gente que quiera mirar mis espectáculos. Vienen niños, no muchos, y les encantan. Ven cosas que yo no había visto. Es sorprendente cómo interpretan cosas que yo no sabía que estaban ahí".

Al preguntársele por sus propios recuerdos de infancia, Pina Bausch (Solingen, 1940), que debe tenerlos especialmente intensos, pues no en balde vivió de niña los terribles bombardeos aliados de la zona del Rhur y la destrucción de Alemania, arqueó divertida su cuello de Modigliani y se escabulló con aire travieso y pertinentemente infantil: "¡Mi infancia! Cada persona tiene sus recuerdos, su llave, a veces es simplemente un olor lo que devuelve a la infancia. Quizá debería tenderme en un diván, pero no creo que realmente quieran saber de mi infancia".

Pina Bausch, en la presentación de su espectáculo en el Teatro Nacional de Cataluña.
Pina Bausch, en la presentación de su espectáculo en el Teatro Nacional de Cataluña.CONSUELO BAUTISTA

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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