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Reportaje:ESCAPADAS | Barranco de las Cinco Villas

El Ávila andaluza

Un castillo, una calzada romana y una vegetación exuberante adornan el valle más acogedor de Gredos

Madrid

Los nativos de la costa este de Groenlandia creen que si una persona cambia de nombre, sus achaques desaparecen, pues las enfermedades son entidades con pensamiento propio que se confunden al verse instaladas en otro titular.

Ignoramos si esta terapia es aplicable a los pueblos, pero lo cierto es que a Mombeltrán le cambió la vida el día en que le trocaron el nombre. Mombeltrán, hoy la más populosa y monumental de las Cinco Villas de Gredos, se llamaba antaño Colmenar de las Ferrerías de Ávila, que no era gracia para llegar muy lejos. Tal cambio tuvo unos antecedentes que merece la pena recordar, porque luego traerían cola.

Mombeltrán tomó su nombre de don Beltrán de la Cueva, favorito de Enrique IV, rey que pasó a la historia como el Impotente y que, aun así, tuvo de la reina una hija llamada Juana, a la que el vulgo motejó la Beltraneja, pues era cosa sabida que el espermatozoide procedía del tal Beltrán. Al rey no debió de molestarle mucho el exceso de celo dinástico de su privado, porque le regaló la villa de marras.

Son cuatro horas por una pendiente que puede calificarse de especialmente dura

Pero la nobleza levantista, que estaba de uñas con el rey, no le toleró el chanchullo y, muy cerca de aquí, en los toros de Guisando, el 19 de septiembre de 1468 le obligaron a jurar a su hermana Isabel, luego la Católica, como heredera de Castilla.

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De sobra es conocido lo que aquel acto supuso para la gestación de España, y más teniendo en cuenta que al año siguiente Isabel se casó con Fernando de Aragón. Camilo José Cela, cuando pasó por Mombeltrán, resumió con sorna todo este follón (con perdón): "Del lío que se sucedió pudiera decirse -como de estos lodos- que vino de aquellos polvos" (Judíos, moros y cristianos, 1956).

Otra alegría que se dio don Beltrán, aparte de la carnal, fue la de construirse, junto a la villa que le había cedido su cornudo señor, un castillo que domina un soberbio panorama. Allá arriba se ve la mole piramidal del Torozo (2.018 metros) y, a poniente de ésta, la hendidura del puerto del Pico (1.352 metros). A media altura, las otras cuatro villas: Santa Cruz, San Esteban, Villarejo y Cuevas. Y en derredor, mil olivos, castaños, fresnos, chopos, vides, higueras... No en vano este barranco soleado y feraz, situado en la vertiente meridional de Gredos y a una altitud media de sólo 700 metros, forma parte de esa avanzadilla de la provincia abulense en la meseta sur que alguien llamó el Ávila andaluza. Y en verdad que, viendo los verdes bancales llenos de labriegos en borrico, esto parece menos la tierra de Santa Teresa que una estampa alpujarreña.

Después de Mombeltrán, villa favorecida y hermoseada por las coyunturas -o, más bien, coyundas- de la historia, destaca en el capítulo de piedras San Esteban del Valle, con su masiva iglesia del siglo XV y su colosal picota. Al sur de San Esteban cae Santa Cruz del Valle, cuyas fachadas blancas exhiben grandes copias murales de la Gioconda, el Guernica y otras obras que ganan mucho con el alto decorado de Gredos como telón de fondo. Y más arriba, hacia el puerto del Pico, quedan Villarejo del Valle y Cuevas del Valle, aldea esta última que es, con sus balconcitos y sus soportales de madera, la más cuca del barranco de las Cinco Villas.

Desde la misma Cuevas puede seguirse a pie un tramo de cuatro kilómetros de la calzada romana que se construyó a finales del siglo II antes de Cristo para facilitar el transporte de tropas y hierro entre ambas vertientes de la sierra, a través del puerto del Pico: un viaje de 22 siglos, condensado en sólo tres horas, incluida la vuelta por el mismo camino. Otra excursión memorable consiste en subir en coche al puerto y, después de avizorar el valle desde el mirador de las Cinco Villas, seguir la senda que trepa al Torozo, monte acantilado que es buena querencia de la cabra montés. Son cuatro horas (ida y vuelta) por una pendiente que, en este contexto histórico y faunístico, puede calificarse de especialmente dura.

Posadas con mucho encanto

- Cómo ir. Mombeltrán dista 130 kilómetros de Madrid yendo por la carretera M-501 hasta Ramacastañas y por la N-502 hacia Ávila.

- Qué ver. Mombeltrán: castillo, iglesia del siglo XV (retablos) y hospital del XVI. Cuevas del Valle: arquitectura popular. San Esteban del Valle: iglesia y picota. Santa Cruz del Valle: pinturas murales. Puerto del Pico: calzada y mirador de las Cinco Villas.

- Alrededores. En Arenas de San Pedro (a 10 km.): conjunto urbano, cuevas del Águila y convento de San Pedro de Alcántara. En Guisando (a 16 km.): ascensión a los Galayos y a la Mira. En Poyales del Hoyo (a 20 km.): museo Abejas del Valle.

- Comer. Esperanza (Mombeltrán. Tel. 920 38 60 82): patatas revolconas, chuletón de Ávila y cochinillo; precio medio: 18 euros. Posada de Esquiladores (San Esteban; Tel. 920 38 34 98): cocina casera elaborada, con cuidada presentación; 21 euros. El Bodegón (Arenas de San Pedro. Tel. 920 37 13 79): picadillo de morcilla, ternera a la brasa y cabrito de Gredos; 22 euros. El Inca (Rama-castañas. Tel. 920 37 12 74): salteado de verduras, chuletón y asados; 25-30 euros.

- Dormir. Posada El Canchal (Arenas de San Pedro. 920 37 09 58): casona medieval con patio y bodega; doble, 50-64 euros. Prados Abiertos (Mombeltrán. 920 38 60 61): cabañas de madera para 5 personas, con piscina y pista de tenis; 50-70 euros. Posada de Esquiladores (San Esteban. 920 38 34 98): antiguo almacén de coloniales con bodega-cueva de 1813 y 12 habitaciones decoradas con mimo, especialmente bellas las abuhardilladas; 80-100 euros.

- Actividades. Vivetiétar (630 92 31 23): recorridos en canoa por el río Tiétar. Por las Nubes (649 94 74 48): vuelos en parapente biplaza. La Peña del Toro (920 38 01 73): paseos a caballo.

- Más información. Rutas de senderismo, alojamientos, restaurantes y ofertas de turismo www.guiatietar.com.

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