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Columna
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Flores

Durante toda esta semana, Madrid será centro interplanetario de las bodas con tronío de este siglo. Aunque haya ciudadanos que abominen del matrimonio por razones diversas, lo que se nos viene encima es otra cosa, otro concepto. La capital está que se sale. Nos han sembrado el centro de flores (más de un millón) y diseños exquisitos. De inmediato tomarán la ciudad casi 200.000 abanicos. Madrid se viste de guapa. Dan ganas de comérsela a usted, señorita. Vivan los novios. Además, para el evento, se han puesto de acuerdo el poder central y las autoridades autonómicas y municipales, todas las cuales están plagadas de desencuentros, para qué nos vamos a engañar.

Al contrario de lo que opina mucha gente, Madrid es una ciudad humilde que no acaba de asumir que está en la mitad del medio de la nación. En fin, algo difícil de explicar en otros espacios del Estado, pero que es así, voto a Baco. La mayoría de los que estamos aquí constituimos una panda mestiza, orgullosa de tener tantas lenguas, tantos talantes, tantas sensibilidades, tantos acentos, tantos disparates. Te lo juro, Iñaki. Te lo juro, Albert. Te lo juro, Marusiña. Sea lo que fuere, en Madrid bailamos con la boda, porque hay que danzar con eso o con lo que sea. No están los tiempos como para dejar pasar unas risas, un algo reconfortante, un ligue fugaz, un Asturias, patria querida (que será interpretada por 200 gaiteros asturianos en La Almudena el próximo sábado). En fin, cosas que le hacen a uno ir tirando. Y así, entre bromas y veras se va pasando la vida. ¿A que sí, Chavela Vargas, que estás de nuevo entre nosotros, pecadores?

Otra alegría. Ayer se presentó un fanzine fascinante, Pendasco (palabra inexistente que un día sacó de su sombrero Juan José Millás dejando prendados a jóvenes creadores). El primer número está dedicado a Portugal. "La garota de Ipanema es la proyección e internacionalización sambada de María la Portuguesa", dice Mario Gaviria allí. Viva el Pendasco. Vivan los novios. Vivan las flores.

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